Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Bandera Santeña, la Bandera Bolivariana
Así fue, cuando en 1821, se arreció el dominio colonial y la tiranía, les causaba incontables molestias consuetudinarias a los hombres que resistían, muchas veces en silencio, toda clase de vejaciones y atropellos de las fuerzas coloniales, tal como ahora nos causa la corrupción y sus frutos de envilecimiento de los que se agrupan en las mafias de corsarios y avariciosos pero que sin virtud alguna, dominan, no obstante, el poder económico y desde allí han corrompido y comprado al poder político que les sirve diligentemente a sus caprichos y antojos.
En ésta Heroica Villa, justo antes del 10 de noviembre, a pesar de todas las vicisitudes, la gente sencilla se llenó de virtud y amor por la libertad. Y es que nadie puede amar la libertad, sino reside en esa persona la virtud del amor y el respeto a la dignidad humana.
Optar por la libertad es un acto absolutamente voluntario, y en ocasiones requiere pagar un alto precio.
Pero hablar de hombres libres, aun hoy, no se puede cuando las cadenas del atraso, la ignorancia, la injusticia social, no permiten que las personas puedan ejercer sus derechos y obligaciones como ciudadanos y cuando no pocos se empeñan en convertir en mercancía a las personas y nos imponen un clientelismo perverso que; las autoridades casi ven como virtuoso, porque no lo persiguen y menos lo enfrentan, a pesar de las normas existentes, mas bien lo patrocinan.
Requerimos hoy a personas con conocimiento, carácter, credibilidad y compromiso con los más elevados valores y principios que Dios nos enseña para nuestra convivencia en la tierra, empezando por amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
El país se enfrenta en estos días a una jornada de lucha por la seguridad social que otros desean destrozar y privatizar que viene siendo lo mismo.
Es hora de dar fruto bueno y agradable. Fruto de compromiso, en donde debemos hacer todo lo bueno que esté a nuestro alcance.
Hoy transitamos un momento de profunda oscuridad, en la que algunos están tentados a amenazar y hasta usar la fuerza del poder público contra el pueblo y prender en llamas al país, que más que desaliento y desesperanza, sin embargo, nos presagia un gran amanecer. Porque la noche nunca se hace tan oscura, sino justo antes de amanecer.
¡Por un país decente y una patria para todos!
¡Así de sencilla es la cosa!
En pueblo parece ser que tendrá que volver a las calles, como hace un año atrás y como lo hizo la Heroica Villa de Los Santos hace 203 años.