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235 Años De La Revolución Francesa: Origen Y Evolución

Jaime Flores Cedeño
Abogado- Historiador

Los orígenes de la Revolución francesa no debemos buscarlos en los hechos inmediatos, sino en los antecedentes que marcaron el camino de su realización. Francia, en 1789, había acumulado siglos de gobiernos monárquicos que hicieron crisis en las relaciones de producción de tipo feudal extendidas en Europa.

Este modo de producción fue evolucionando en el transcurrir del primer milenio luego de la caída del imperio romano de occidente. Europa fue arropada por espacio de siglos bajo un manto de oscurantismo monárquico- eclesial, donde la palabra y el pensar estaban prohibidos, a no ser, que fuera para inclinarse ante los señores feudales y el dominio papal que mantenía su imperio con las indulgencias, las cuales despojaban a los pobres de lo poco o casi nada que poseían.

Fueron más de diez siglos de persecución, torturas y crímenes, que no tuvieron límites y se intensificaron con la puesta en ejecución de la “Santa Inquisición”, que envió a la hoguera a científicos como: Giordano Bruno y religiosos de la estirpe de Girolamo Savonarola, ni hablar de los estragos que causó hacia la población aborigen de América al arribo de los españoles que cristianizaban con la cruz y la espada.

El absolutismo del medioevo se enfrentó desde el siglo XV a una nueva clase social de origen burgués. Su transitar fue abriendo espacios con el tiempo, optando por situarse en las periferias de los feudos. Estos proto burgueses eran pequeños comerciantes y artesanos impulsados por el ánimo de obtener riquezas y no vivir atados al centralismo feudal.

Con el desarrollo de la burguesía aparecerán corrientes filosóficas de ilustrados, dando lugar, principalmente, al renacimiento de la antigua Grecia y Roma. Este transitar del pensamiento liberal que duró siglos, tuvo su máxima expresión en 1789, con la Revolución francesa, que puso fin a la monarquía de Luis XVI, cuya cabeza y la de su esposa María Antonieta, quedaron en la guillotina.

La población francesa en 1789, era en su mayoría pobre en la ciudad y el campo. Los lujos de la nobleza, el despilfarro y los elevados impuestos, sumado al aumento del precio de los alimentos, principalmente del pan, hicieron estallar la Nación, al grado que el Rey Luis XVI, no le quedó otra opción que convocar a los Estados
Generales, institución que no se reunía desde 1614, integrados por el Clero, la Nobleza (2%) y el Tercer Estado, desposeídos en su mayoría y sectores de la burguesía ascendente, ambos eran el (98%) de la población. Francia contaba para ese entonces con 26 millones de habitantes, lo que evidencia la desigualdad social y la lucha de clases que se producía.

En el interregno que se extiende de 1789 a 1799 con el 18 Brumario, fue una época de caos político y social, donde la burguesía asumió el mando de la Nación para fortalecer su condición de clase. Los ideales de Igualdad, Libertad y Fraternidad, proclamados en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, se principiaban para Francia, aunque en práctica continuó la división de clases. En el caso de las colonias que mantenían en el Caribe y otras regiones del mundo nada cambió, la esclavitud siguió su marcha, no obstante, hubo rebeliones ejemplares como la de Haití en 1804, que no debemos olvidar.

Francois René De Chateaubriand, sintetizó este período al decir que: “La Revolución francesa no procede de tal hombre, de tal o cual libro, procede de las cosas…procede, sobre todo, del progreso de la sociedad al mismo tiempo hacia las Luces y hacia la corrupción; por eso pueden verse en esta Revolución tantos principios excelentes y tantas consecuencias funestas. Los primeros derivan de una teoría ilustrada, las segundas de la corrupción de las costumbres. Este es el auténtico motivo de esa incomprensible mezcolanza de crímenes injertados en un tronco filosófico”.

La Revolución francesa implicó la catapulta de una nueva clase social que se extendió por Europa en el siglo XIX, apropiándose de los medios de producción y de la riqueza colectiva de los estados en su etapa monopólica, después se expandirían como imperios, como lo dijera Lenin en su obra “Capitalismo fase superior del Imperialismo”.

Para abultar sus fortunas pusieron en marcha la explotación sistemática del proletariado en las fábricas, que incluía a niños y mujeres. Federico Engels describe esta condición inhumana en su obra “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, que es fundamental para comprender este período histórico, igual lo hace este autor con Carlos Marx en el Manifiesto Comunista de 1848.

La burguesía pasó a convertirse en una clase opresora, inclusive, peor, que sus antiguos enemigos feudales, con la diferencia, que lo harán en nombre de la democracia y libertad. En el Manifiesto Comunista se señala que: “En lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal”.

Los principios emanados de la Revolución del 14 de julio de 1789, olvidados por la burguesía, continúan vigentes en los trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, profesionales y pueblos que luchan por un mundo mejor, donde prevalezca la verdadera democracia e igualdad y el derecho a vivir dignamente, sin opresores, ni oprimidos.

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