El alcalde capitalino acaba de ofender irreverentemente, la memoria de los mártires de enero de 1964.
Por: Enrique Avilés
El descontento generalizado qué siente el panameño, y que ha salido a flote con las declaraciones del presidente Trump, resulta del sentir que su lucha le fue robada por quienes no pusieron una gota de sangre en la recuperación de la soberanía, ver como se creó un nuevo sistema de planilla gold roll con salarios mensuales superiores a los 20 mil dólares mensuales en la autoridad del Canal, ver como su Junta Directiva representa indistintamente a la partidocracia tradicional y a los sectores dominantes, ver como los ingresos multimillonarios del Canal se esfuman entre ambiciones clasistas, clientelismo y corrupción, mientras que el desarrollo social se lanza al despeñadero de la desidia. Ese es el panorama, cumplidos los 60 años de la acción más heroica del pueblo panameño, que enfrentó sólo con banderas al ejército más poderoso del mundo, ofrendando sus vidas por un Panamá mejor para las futuras generaciones, actualmente un Panamá decepcionado.
Haciendo referencia a la conmemoración de los eventos heroicos del enero del 64, se estableció la Ley 118 del 27 de diciembre de 2013, en la que se declara Día de la soberanía nacional, en recordación de la gesta patriótica. Pero tal ley resulta no solo incongruente, sino también contraproducente, pues al no considerar un cambio significativo a la celebración la minimiza basándose en un sentido de respeto que termina por burlar la condición real de todos y cada uno de los panameños protagonistas de entonces y celebrantes ahora. Dicha ley establece que la celebración más grande obtenida por el pueblo en su lucha por la recuperación de la soberanía debe ser llevada con una administración estatal cerrada y banderas ondeando a media asta en calidad de duelo, siin desfiles, sin júbilo, una fecha de descanso obligatorio, como ha sido por seis décadas, considerando a los inmolados de la gesta por la soberanía, como mártires, tal cual lo hacía la ley de 1967, y no como lo que realmente son al obtenerse el 31 de diciembre de 1999 la meta de su sacrificio y legar un país con un territorio integró y soberano. La obtención de esa meta no los deja en calidad de mártires y los eleva sublimes a la condición de héroes en un día de celebración de Victoria, donde las banderas deben ondear en alto, reclamando el lugar glorioso que le pertenece a causa de la sangre de su pueblo, y no a media hasta lamentandose de su victoria. Resulta innegable que extender este duelo, mientras se tratan de establecer celebraciones como las del pasado 31, opacas y sin participación del pueblo, por más que se hizo la invitación, terminará por ser contraproducente, cosa que tal vez sea lo que algunos desean pues los duelos terminan por dar paso a estados de normalizacion y no celebración, o sea lo pasado pasado y hay que seguir viviendo. Después de seis décadas en esta condición de celebración, teniendo logrado el objetivo de la lucha hace ya 25 años atrás, me sobran las inquietudes respecto a que su continuidad en cualquier momento se dicte por superada y se proponga su celebración reducida a los textos escolares, sin olvidar que incluso la hoy ministra de educación Lucy Molina, en su primera gestión magisterial, borró de las escuelas secundaria la asignatura de Historia de las Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos, por considerarla innecesaria para la juventud y las futuras generaciones.
Para llegar al Panamá de hoy hubo quienes ofrendaron su vida, quienes no escatimaron en entregar su sangre por esa meta de soberanía y es hora que el pueblo los vea como lo que son: héroes por la soberanía. Pretender mantener ese día en la condición doliente es apostar al olvido, por esa razón los días 9 de enero no celebró mártires, celebró héroes. Es hora de cambiar esa ley que los condena y no esperar a que se cumpla la línea más conspicua del himno nacional para los intereses de quienes les precisa cubrir con un velo todo lo que les huele a patria. Vivan con júbilo los héroes del 9 de enero de 1964.
El autor es docente de historia de la UP.
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