Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político
Me traslado a la época y me imagino, lo que para Cristo (Jesús) significó desafiar al poder de los emperadores que se sucedieron en el cargo. Fueron perseguidos, reprimidos, asesinados y obligados a llevar una vida en las denominadas catacumbas. El solo pensar que un mundo mejor era posible y no la tiranía cazadora de hombres, se pagaba con la mazmorra y la vida.
Tengo para mí un pasaje de un cristiano, que caminó larga distancia y cuando llegó a Roma, frente al papa de la época, lo imprecó al ver tanta riqueza, «esta no es la iglesia de la cual nos enseñó el hijo de Dios». Los presentes, cardenales vestido de Lino fino y de púrpura, de cachetes redondos por la dulce vita que llevaban, se sintieron indignados y los gritos de; es un blasfemo ese hombre. El papa, entendió lo que estaba sucediendo y con la autoridad que da su investidura, el joven cristiano tiene razón; nos hemos desviados de la enseñanza del maestro. Poco ha cambiado en estos tiempos; un papa Franciscano cuyas prédicas cristianas, caen en oídos sordos de su ejército de sacerdotes, arzobispos y cardenales. Claro que ha habido excepciones como el arzobispo Romero, asesinado por las hordas oligárquicas y paramilitares. Su pecado, haber optado por los pobres y carenciados.
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