la realidad golpea duramente a propósito de los ucranianos en Panamá.
Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político
La guerra es dura de digerir; deja huellas imborrables. La historia de las guerras, siempre ha sido así. Abandonar la madre tierra y emigrar hacia otro países, dejando atrás todo, debe ser un sentimiento que no hay palabras para expresarlo.
En este artículo de opinión, no entraré a analizar el fondo de la guerra; lo he hecho en otras entregas.
Volviendo al tema.
La desesperación, el malestar y los sentimientos de los ciudadanos ucranianos, estando en nuestro territorio, no los debe llevar a acciones que comprometan la seguridad del estado panameño y lo pertinente al Canal de Panamá.
Pedirle al presidente Cortizo que tome la decisión de impedir que naves rusas crucen la vía acuática, no me parece sensato. El pueblo panameño es noble y puede ser solidario con ellos. Pero, exigir semejante acción por parte del estado panameño, podría traer consecuencias imprevisibles en todo los aspectos de la vida nacional y la integridad del país.
Sería colocarnos como blanco de la guerra, en tanto tal acción se interpretaría como una agresión a Rusia y sus aliados. No juguemos a la guerra; es como jugar con candela y nos puede quemar.
A propósito, la posición adoptada por el gobierno, con su política ambivalente frente a la guerra, pero que apunta a tomar partido en la guerra, deja mucho que decir y está fuera de lugar.
Le ha permitido a un emisario de la Comunidad Europea, usar nuestro territorio para anunciar sanciones contra Rusia y peor, en un escenario de reunión de ministros de relaciones exteriores de la región latinoamericana.
Deja mucho que decir esa complicidad del gobierno con el señor Josep Borrel. No nos doren la píldora. En el fondo, se trató de una reunión concebida desde la perspectiva de él y USA, de que la región es su patio trasero.
Aquella versión de los Estados Unidos que señalaba que, su jurisdicción, se extendía a toda nuestra región, hoy es la brújula de la política exterior de ellos y se hace énfasis en tal política.
Salvo México y otros, la sumisión abyecta campea. Falta decoro y dignidad nacional. Conjetura tal vez pero, me pregunto, ¿ hasta qué punto, tiene que ver el salvaje endeudamiento con estas posiciones endebles?
Aquella frase de Omar Torrijos hoy viene como anillo al dedo, a pesar del vasallaje, «Siempre de pie, nunca de rodillas».
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