El ser menstrual.|

 

Por: Luis Carlos Guerra Abogado, Locutor, Politólogo.

 

Menstruar es evacuar el menstruo, este a su vez es definido como la sangre procedente de la matriz que todos los meses evacuan naturalmente las mujeres y las hembras de ciertos animales. Lo anterior da contenido a lo que se conoce como menstruación que es definida como  el sangrado vaginal normal que ocurre como parte del ciclo mensual de la mujer.

Las anteriores delimitaciones conceptuales permiten establecer que la menstruación, es una característica consustancial de la mujer. Ahora bien, si busco intencionalmente en el tema encontrar elementos afines entre dos géneros distintos de personas, tendría que visualizarlo desde sus sintomatologías previas y posteriores, situación que coloca la materia en el plano de los efectos psicológicos y físicos.

La realidad es que los individuos de la especie humana de acuerdo a sus características biológicas y físicas se dividen en hombre y mujer, recordemos aquel pasaje bíblico del génesis: “Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer”. Sin embargo, basta con recordar que hay hombres sabios en su propia opinión, los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo.

Es para nosotros una degradación de la mujer en todo su contexto visibilizar desde una condición biológica, la persona mujer es mucho más que un ciclo o periodo físico, es todo un complemento de características que permiten apreciarla, y en este contexto cuidarlas y entenderlas en esa época natural de su ser.

El concepto persona menstruante me parece pervertido, y no es porque quiera ampliar o extender el ciclo físico propio de la mujer y reconocer tácitamente ideologías de género, sino que el propio concepto discrimina como circunstancia corporal intrínseca a quien la soporta, dado que lo fáctico es que una diferencia biológica, de muchas, connatural del ser masculino versus el femenino es la capacidad de esta última de menstruar cada cierto periodo de tiempo, casualmente asociada a esa capacidad suprema de dar vida a otro ser.

Por lo inmediato hago un llamado de prudencia tal cual se preceptúa: “mirad que nadie os haga cautivos por medio de {su} filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo… No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas…prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia.

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