…en su relación con Latinoamérica.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
La Cumbre de las Américas que está organizando el gobierno de USA en la ciudad de Los Ángeles, como anfitrión, tiene todos los ingredientes para convertirse en un borrascoso fracaso a causa de la imposición de criterios unilaterales del organizador y anfitrión del evento, que tiene sus inicios 30 años atrás.
¿Una cumbre destinada al fracaso?
Hace algún tiempo, el presidente de México ha desarrollado esfuerzos para convencer a EE.UU. de que no malogre la cumbre, segregando y excluyendo a países que no necesariamente comparten puntos de vista político con la potencia del norte.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su homólogo boliviano, Luis Arce, anunciaron hace algunos días que, no asistirán a la cumbre después de que Washington excluyese a naciones como Cuba o Venezuela.
Nicaragua, por intermedio de su propio presidente, Daniel Ortega, anunció que no tiene ningún interés en participar de una cumbre absolutamente controlada por USA en donde no se discutirían los principales problemas de Latinoamérica.
Asimismo, el mandatario de Argentina, Alberto Fernández, se sumó al llamado que realizaron sus colegas de México y Bolivia para que ninguna nación sea excluida.
Por su parte, el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei, anunció que no participará después de que Washington criticase la reelección de la actual fiscal general de Guatemala, María Consuelo Porras, quien es señalada por EE.UU. como «actor corrupto y antidemocrático» en alusión a una clara intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos del país centroamericano.
En el día de hoy, el gobierno norteamericano ha enviado a Brasil a un delegado del presidente Biden, con el propósito de que Bolsonaro cambie de opinión en la que expresó que desiste de participar en las actuales circunstancias. Parece que esa misión tiene la reserva de ser la antesala de otra crónica de una muerte anunciada.
Ante esta situación, el temor de EE.UU. es que la cumbre no llegue a celebrarse o se celebre con ausencia de la mayoría de los países, lo cual sería un borrascoso fracaso en un momento en que la tensión mundial, aconsejaba evitar tal desenlace.
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