Por José Dídimo Escobar Samaniego
En respuesta agresiva e irreflexiva de la movilización popular, algunos sectores empresariales, beneficiarios del estado de cosas del país, se apuraron a desatar una campaña anticomunista, atribuyendo que la reivindicaciones sentidas y justas del pueblo, se trataban de un propuesta de cambio se sistema político económico e ideológico, para tratar de justificar y seguir encubriendo sus privilegios que precisamente son los que, conspiran contra el modelo neoliberal y capitalismo salvaje al que han recurrido para apropiarse del Estado y de su patrimonio además, de dejar en la orfandad y la pobreza a la mayoría de los panameños.Intentaron burdamente vender también que, el movimiento social y popular panameño intentaba dar un golpe de Estado o algo parecido y esa mentira, lo que buscaba era que, el gobierno de manera automática usara toda la fuerza represiva que posee para sostenerse, cuando nadie en su sano juicio se había propuesto tal fin. Sin embargo, hay que anotar que el gobierno casi compra esa propuesta y de hecho se ensayó algo de eso en la ciudad de Santiago de Veraguas, con un saldo absolutamente negativo para el país y casi se desboca todo y se pierde el control desde el Estado. Afortunadamente prevaleció la sensatez suficiente y luego se pudo establecer la mesa única en Penonomé como aporte precisamente de los incriminados de violentos.
La campaña que empezaron a desarrollar ciertos sectores desde el empresariado incluyó poner letreros en ciertos puentes del país, con el letreros “socialismo o muerte”, o llamando a la violencia, fueron tan obvios desde dónde procedían, pero la misma realidad fue desnudando a sus autores, lo mismo que, otras maniobras dirigidas al mismo fin por parte de lúmpenes o personas vinculadas a aparatos políticos dominados por sectores empresariales o a la inteligencia oficial que, hicieron alarde de histrionismo convocando a la violencia que no cabían ni convenían a las acciones legítimas y pacíficas del movimiento popular.
Aquí, lo que si se necesita, es un cambio de modelo económico y una reforma social y política urgente, que haga justicia y lo que vemos es que, tanto el gobierno como las fuerzas de los partidos tradicionales e incluso hasta sectores de algunos supuestos independientes, apuestan a introducirse en el marasmo de la avenida electoral que, evade por supuesto, poder encarar las profundas reformas que requiere el Estado para poder garantizar en el largo plazo; la paz social y la oportunidad de una sociedad de iguales para todos los panameños.
Mientras esas reformas profundas no se encaren, lo único que ocurrirá es que, estamos echándole más combustible al fuego de los futuros movimientos que surjan cuando se rompa la soga que retiene a la contención de la paciencia de ver cómo cuatro bellacos se lo atragantan al país entero, mientras que, el resto de compatriotas se revuelven entre la calamidad, la indignidad, lo indecoroso y la corrupción que evitan enfrentar y hasta la aúpan o por lo menos la encubren, en medio de tan graves circunstancias. Que el Señor Jesucristo nos ayude en esta grave hora por la que transitamos.
¡Así de sencilla es la cosa!
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