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VIDA Y OBRA DE JUSTO AROSEMENA

(Conferencia magistral expuesta ayer 9 de agosto de 2022 en Sesión Solemne en el Pleno de la Asamblea Nacional)

 

Por el profesor Jaime Flores Cedeño

 

Agradecemos a la Asamblea Nacional por habernos invitado a disertar una breve reseña de la vida y obra del Dr. Justo Arosemena, en la conmemoración de los 205 años de su natalicio, que se cumplen en el día de hoy y cuyo nombre lleva el Palacio Legislativo y es motivo de celebración del día del Abogado.

Iniciamos nuestra intervención señalando, que el doctor Justo Arosemena Quesada, fue una de las personalidades más importantes de la historia patria, por todos los aportes que brindó a lo largo de su vida a favor del fortalecimiento de la nacionalidad. Se desempeñó en una vasta gama de profesiones que fueron ejercidas con loable éxito y prestigio, ya sea, como: abogado, periodista, escritor, historiador, sociólogo o diplomático, supo mantener sus principios y elevados valores morales.

Sobre el doctor Justo Arosemena podemos decir en términos generales que nació en la ciudad de Panamá un día como hoy del año 1817, en el seno de una familia de comerciantes, su padre fue Don Mariano Arosemena, prócer de la Independencia de Panamá en 1821 al igual que su tío Gaspar.

Su padre se destacó también por sus cualidades de escritor y periodista, entre sus obras se destacan: “Apuntamientos Históricos” y “La Independencia del Istmo”. En cuanto a su madre, Doña Dolores Quesada, se ha escrito que era una persona ejemplar que le inculcó toda una estela de valores morales que caracterizaron a Don Justo en cada momento de su vida.

 

El doctor Arosemena realizó sus estudios primarios en la escuela de Colombia y los secundarios en el colegio de Panamá, que, en el año 1823, se transformó en el colegio del Istmo.

 

Egresado de estas aulas viajó a Bogotá con el propósito de ingresar al prestigioso colegio Mayor de San Bartolomé, alma mater de grandes patriotas colombianos como: Antonio Nariño, José María Carbonell y Francisco de Paula Santander.

 

En San Bartolomé, recibió en 1833 el bachiller en humanidades y filosofía. Este diploma le abrió las puertas para ingresar a la Universidad Central donde cursó estudios de Derecho, los que culminó exitosamente en 1836, obteniendo el bachiller en Jurisprudencia. Un año después, en 1837, y contando con 20 años de edad la Universidad de Magdalena y del Istmo le confirió los títulos de licenciado y doctor en Jurisprudencia.

Justo Arosemena Quesada

Pocos años después de haberse graduado viajó a Chile para ejercer la abogacía, en esta Nación presentó examen de revalidación ante la Universidad de Santiago, conocida en este entonces, como una de las más prestigiosas de América Latina. Su tesis versó sobre el Matrimonio ante la Ley, tema que generó mucha polémica en la sociedad chilena, tomando en cuenta el espíritu católico extendido en aquel país, que no reconocía el matrimonio civil.

Un aspecto importante de la época, es que luego de haberse proclamado la Independencia de España, aún persistían en el Istmo determinadas prácticas esclavistas que eran un resabio de la época colonial. En este escenario encontramos al doctor Arosemena quien recién graduado de abogado a la edad de 21 años, salió en defensa de los esclavos y se opuso rotundamente a esta práctica inhumana que él sostenía debía ser erradicada por completo.

En el año 1839, ejerció como profesor de Derecho en el colegio de Panamá y por su profesionalismo logró ascender al cargo de Vicerrector. Su carrera docente se vio obstaculizada en 1842, cuando fue removido debido a represalias políticas internas, viéndose obligado a exiliarse al Perú. En esta tierra incaica abrió su oficina de abogado y participó en la fundación de los periódicos el Tiempo, el Peruano y la Guardia Nacional.

En su época de juventud vemos también al doctor Arosemena apoyando en 1840 la proclamación del Estado del Istmo, que tenía como líder la figura del General Tomás Herrera, y que estudiosos del tema consideran fue la segunda Gran Independencia que tuvo el Istmo de Panamá.

A los 29 años desempeñó el cargo de Jefe de Sección en la Secretaría de Relaciones Exteriores, llegando a ejercer el cargo de Secretario (equivalente a Ministro hoy día) de Relaciones Exteriores en 1848. Con esta experiencia dio inicio a su carrera diplomática que tanto brillo le daría posteriormente.

 

El doctor Justo Arosemena no se limitó únicamente a ser un activo protagonista del acontecer nacional, se dedicó también a plasmar por escrito sus ideas y principios.

 

Algunos de sus ensayos publicados fueron: “Estado Económico del Istmo” (1839), “Apuntamientos para la Introducción a las Ciencias Morales y Políticas” (1840-1845), “Índice metódico de las leyes de la República vigentes hasta 1844” (1845), “Apelación al buen sentido y a la conciencia pública en la cuestión “Acreencia Mexicana” (1857), “Examen sobre la franca comunicación entre los dos océanos por el Istmo de Panamá” (1846), “Principios de moral política, redactados en un catecismo” (1848), “Código de Moral fundado en la naturaleza del hombre (1860), “El Convenio Colón, o sea los intereses políticos del Estado de Panamá, como miembro de la Unión Granadina (1863), “Estudios sobre la idea de una Liga Americana (1864), “El matrimonio ante la Ley” (1866), “Documentos relativos al Canal Interoceánico” (1870) y “Estudios Constitucionales sobre los Gobiernos de la América Latina” (1870) que constituye el primer Tratado de Derecho Constitucional Comparado escrito en el Continente.

Cada uno de estos escritos nos devela que era un acucioso analista de la situación política, económica y social de su entorno. Siempre procuraba ser lo más objetivo posible al momento de escribir o pronunciar un discurso, inclusive, cuando trazaba una crítica lo hacía de manera propositiva y ponderando el bienestar de los ciudadanos.

Justo Arosemena, fue el panameño que más obras publicó en el siglo XIX y se mantuvo así hasta bien entrado el siglo XX, y en Colombia, es considerado como uno de los escritores más prodigiosos y profundos que sentó cátedra en cada una de sus magistrales obras.

El doctor Justo Arosemena, aparte de ser un intelectual, fue también un hombre dedicado profundamente a la vida política. Se agitó desde las filas del partido liberal logrando ser elegido diputado del Istmo y Congresista en distintas ocasiones, tanto así que por su evidente liderazgo fue elegido Presidente del Senado y de la Asamblea del Istmo en distintos periodos.

En este orden, el líder del liberalismo colombiano de la época, Aquileo Parra describió su actuar legislativo de la siguiente forma: “Arosemena, aparte de su reconocido talento y de su vasta ilustración era el más hábil parlamentario que he conocido, sin exceptuar al mismo Ancísar, tan perito en la materia. Durante largas y aún cansadas sesiones seguía Arosemena atentamente el curso del debate, sin cambiar de posición ni lugar. Pensaba con serenidad y apreciaba con criterio insuperable las razones que se exponían en pro y en contra de lo que se discutía; y cuando ya el debate estaba para concluir, hacía uso de la palabra, para resumir y condensar con claridad y agregando los suyos propios, que eran siempre de gran fuerza, ejercía casi siempre decisiva influencia en el resultado de la discusión”.

 

Desde el parlamento fue proponente de significativos proyectos de ley de impacto nacional como: los Códigos de Minería, Enjuiciamiento en Asuntos Civiles, Penal, Leyes Complementarias del Código Penal, Organización Judicial y Código Civil.

 

Su destacada labor legislativa lo llevó a ocupar la Presidencia de la Convención de Río Negro en 1863, la cual quedó registrada en la historia por la puesta en vigor de una nueva Constitución Federal que se mantuvo vigente hasta el año 1886, luego de ser derogada por el Presidente Rafael Núñez, quien retrotrae el régimen centralista a la Nación.

 

El doctor Justo Arosemena, además de cultivar grandes logros desde el Parlamento, sobresalió también como diplomático. Desempeñó importantes cargos a nivel internacional tales como: Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en el Perú, de 1863 a 1866; Ministro Residente en Francia e Inglaterra de 1871 a 1872; Ministro Residente en los Estados Unidos de América, de 1879 a 1880; Ministro Residente en los Estados Unidos de Venezuela en 1881 y Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en dicho país, desde septiembre del mismo año hasta junio de 1882.

 

Debo señalar que cada uno de estos cargos fueron ejercidos con gran patriotismo y dignidad dejando siempre en alto los más sagrados intereses de la Patria.

 

Dos de sus más ponderables logros al frente de su labor diplomática fue haber logrado la consolidación de la deuda colombiana que logró rebajar de treinta millones a diez millones en moneda extranjera y la solución del conflicto de Límites con Venezuela, disputa que tenía más de medio siglo sin resolverse.

 

Por su labor internacional ya descrita, fue llamado en Colombia el “Decano de los Diplomáticos”, obteniendo elogios de toda la clase política.

 

Otra de las cualidades que tuvo el doctor Arosemena en esta época fue haber sido impulsor de la Unidad Latinoamericana, siguiendo el pensamiento de Patria Grande expresado por el Libertador Simón Bolívar y materializado en el Congreso Anfictiónico de 1826.

 

Siguiendo esta línea de pensamiento presentó en el parlamento un proyecto de resolución a favor de la independencia de Cuba de España, cuya Gesta había iniciado a partir del 10 de octubre de 1868 con el Grito de Yara, liderado por el prócer Carlos Manuel de Céspedes.

 

El pensamiento internacional de Justo Arosemena es a todas luces: integracionista, pacificador y no intervencionista, esto último lo formuló en 1856, a raíz del incidente de la Tajada de Sandía, el cual condenará con todas sus fuerzas la agresión estadounidense por ser una violación al principio de territorialidad.

 

El intelectual colombiano Villar Borda, resume este actuar internacional diciendo que: “Su memoria es un lazo fuerte que ata no solo a sus dos patrias Colombia y Panamá, sino a la comunidad de Estados Latinoamericanos que aún buscan afanosamente realizar el ideal integracionista y unitario que devotamente pregonó el Dr. Arosemena.

 

En cuanto a su pensamiento ético el doctor Arosemena publicó en 1849, un ensayo titulado: “Principios de Moral Política, Redactados en un Catecismo”. Este es un escrito que conforme a sus propias palabras iba dirigido a la juventud americana.

 

Refiriéndose a la misma expresó que: “uno de los primeros deberes de los gobiernos de América era establecer de preferencia la enseñanza de la moral política en los institutos donde se forma la juventud para que un día puedan llegar al seno de la patria, en su calidad de funcionarios o ciudadanos particulares, impregnados de las verdades de aquella ciencia, tan necesaria para la ventura social”.

En este mismo orden, es importante señalar que Justo Arosemena fue el principal impulsor de la educación primaria en el Istmo y el primer gran defensor de la labor docente. En una Carta enviada al Coronel Anselmo Pineda, Gobernador del Istmo, le manifestó textualmente que: “Las escuelas primarias son el verdadero germen de instrucción de las masas, regando conocimientos por entre los pequeños individuos que más tarde ascenderán al rango de ciudadanos”.

Creía firmemente en los principios de Justicia, Libertad, e Igualdad, y en el fortalecimiento del Estado de Derecho, postulados que no estaban inmersos en un contrato social, sino que eran la consecuencia de la evolución de la humanidad.  El bienestar, y las buenas actuaciones se podían alcanzar por medio de la educación, leyes justas y el ejemplo de gobernantes y gobernados

El doctor Octavio Méndez Pereira resumió todo su aporte moral y ético al expresar que: “A medida que pasa el tiempo la figura moral e intelectual de Justo Arosemena va tomando relieves más consistentes y su palabra sonando más y más con voz de profecía…” Sus virtudes llenaron de luz y de honor los puestos públicos que aceptó y desempeñó, dejó surco vivo en la educación cívica de las masas, la libertad del sufragio, la moralización de la administración y la justicia, la liberalización de las constituciones, la reforma de las leyes penales y procesales, la lucha contra las esclavitudes y la libertad de palabra y pensamiento.

De todos estos magníficos logros alcanzados por el doctor Justo Arosemena, Indiscutiblemente, su más grandioso aporte a la Patria fue la presentación el 1 de mayo de 1852, ante la Cámara de Representantes de un acto adicional a la Carta Magna para crear el Estado Federal de Panamá y que, a raíz de las inestabilidades políticas de esos años, básicamente, la crisis generada con la dictadura de José María Melo, se postergaría su discusión y sanción hasta el 27 de febrero de 1855.

La propuesta federalista del doctor Arosemena se hizo pública con el ensayo titulado: “El Estado Federal de Panamá”, que tenía como fin supremo sustentar las razones que nos distinguían como Nación, y destacar, que a pesar de los hechos políticos que gravitaban sobre el Istmo con respecto a la Nueva Granada, el destino de los panameños no podía ser otro, que la autodeterminación Nacional que abriría el camino de nuestra independencia de Colombia el 3 de noviembre de 1903.

Fue la primera obra escrita por un panameño, en donde se analiza, bajo argumentos históricos, filosóficos, sociológicos, geográficos, jurídicos y políticos, la evolución histórica de Panamá, desde la conquista española hasta el año 1855.

 

Una vez aprobado el Estado Federal de Panamá en 1855, el pueblo lo eligió como su primer Presidente.

 

En el poco tiempo que estuvo al frente del Estado de Panamá, que no fueron más de 3 meses, presentó importantes iniciativas legislativas a la Asamblea del Istmo, entre ellas: El Proyecto de Ley de Indulto encaminado a facilitar el clima de paz indispensable a los primeros momentos de la vida del nuevo Estado; La Resolución que fija la fecha en que se iniciaron las operaciones del Ferrocarril de Panamá y el Proyecto donde se plantean los límites del Estado.

Finalmente, después de una fecunda vida de logros, triunfos y patriotismo, el doctor Justo Arosemena falleció el 23 de febrero de 1896 en la ciudad de Colón a la edad de 78 años, sus restos fueron traídos en tren desde esta ciudad terminal hasta la Catedral Metropolitana.

 

El doctor Belisario Porras, quien encabezó el cortejo fúnebre hasta el Cementerio Amador, pronunció un discurso en el campo santo donde dijo que: “Justo Arosemena, sobrevivirá como una enseñanza hoy más que nunca cuando la fe se apague y los caracteres se pierdan, sobre todo, para las generaciones venideras que han de inspirarse en sus acciones y en sus doctrinas, y que han de relatar su vida múltiple de gran diplomático, de sabio político, de escritor eminente, de jurisconsulto, y muy particularmente, de hombre sincero que rindió siempre convencido y fervoroso culto a la verdad y la justicia”:

Contrario a lo que muchos puedan pensar el doctor Arosemena tal como se evidencia en su testamento murió pobre, no dejó riquezas, ni mayores propiedades. Los salarios que ganó en las posiciones públicas los utilizó para ayudar a sus hijos, esposa y familiares.

Don Guillermo Andreve, Secretario de Educación, a quien le correspondió ser el orador oficial en el acto de conmemoración del Centenario del Natalicio de Justo Arosemena en 1917, celebrado en el aula máxima del Instituto Nacional, rememoró la vida de este incomparable prócer diciendo que: “Sus virtudes no se vieron jamás oscurecidas por faltas o delitos, ni personales, ni políticos. Amante de la verdad, la dijo siempre, aún a riesgo de causar agravios o de atraerse males. Humanitario en sumo grado, se complacía en socorrer al necesitado, en aliviar al que sufría, en redimir al cautivo; y tales serían sus servicios cuando mereció ser nombrado Presidente del Instituto de África para la abolición de la esclavitud. Modesto cual ninguno, no le seducían las vanas exterioridades, ni ambicionaba honores ni riquezas. Verdadero sabio, se contentaba con poca cosa y prefería a las pompas mundanas, la tranquilidad de su conciencia y la paz del hogar”.

Justo Arosemena, predicó siempre con el ejemplo, fue un hombre de grandes teorías políticas, pero también de realizaciones prácticas, conjugó bien el pensar con el hacer, y no fue un espectador del acontecer político.

Con justicia es llamado el “Padre de la Nacionalidad”, y a mi modo de entender, es uno de los verdaderos próceres de la Patria. La materialización del Estado Federal representa indiscutiblemente uno de sus mayores logros políticos, aunque no el único, como hemos visto. Sus ideas federalistas fueron sustentadas no con palabras vagas, ni con argumentos débiles, todo lo contrario, cada idea manifestada contenía un sustrato epistemológico, ontológico e histórico que dieron luces al parlamento y a la Nación.

 

Una de sus más atinadas virtudes como político fue haber mantenido unida a la nación y darnos una conciencia de panameñidad que se encuentra presente en cada una de las gestas y acontecimientos patrióticos desarrollados en el siglo XX.

 

Finalizo con un pensamiento de la constituyente y diputada del año 1945 Esther Neyra de Calvo, cuando sentenció que: “Cada escuela panameña debiera tener la efigie de Justo Arosemena como la inspiración más eficaz para señalarle a los niños y jóvenes que educa, un ejemplo elocuente del perfecto ciudadano; la más pura encarnación de las virtudes del demócrata: el hombre que vivió una vida hecha en la fragua de la grandeza moral y que con su obra dejó el nombre de Panamá escrito con caracteres gloriosos en las páginas de la historia americana”.

 

Por lo antes expuesto, celebramos hoy la vida ejemplar del Dr. Justo Arosemena, cuyos ejemplos y virtudes deben guiar a las presentes y futuras generaciones de panameños.

 

Muchas Gracias

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