Por: Carlos Ochoa E.
No es que uno sea obcecado o terco, como pueden y nos llaman los detractores de nuestro modo de pensar, es que existen demasiadas pruebas y evidencias de lo inhumano de este sistema principalmente en los países subdesarrollados, que dicho sea de paso no es un estado previo al desarrollo, sino resultado del desarrollo ajeno. El sistema dio sus primeros pasos en 1760, en Inglaterra, con la aparición de las primeras máquinas y se consolidó en 1789 con la revolución francesa; así aparece en el mundo un nuevo orden económico, político y social.
Por un lado, aparecen los trabajadores asalariados que cobran en dinero y por el otro los dueños de los medios de producción, de las máquinas, hasta allí las cosas se ven bonitas, pero que ocurre, pagan barato a los trabajadores y vende caro a los consumidores de los bienes y servicios, es lo Karl Marx llamó plusvalía, un valor agregado al producto, por la fuerza de trabajo invertida para producirlo y por allí comienza el problema, las máquinas producen riqueza, dinero y más dinero para sus dueños (capital), y los trabajadores siguen viviendo en la pobreza porque la paga solo alcanza para sobrevivir.
La esencia del sistema capitalista es la explotación, el enriquecimiento sin medida ni escrúpulos, de allí que, lo que ha vivido la humanidad en 260 años de capitalismo, en muy poco se diferencia de la esclavitud como tal. Y como colofón los recién estrenados capitalistas del siglo XIX se matrimonian con los políticos y sacan del ataúd griego, un cadáver momificado, “la democracia” y cuidadosamente lo reviven, tal como era en la antigüedad, la clonaron. Dos tercios de la población de la antigua Grecia no eran considerados ciudadanos o pueblo, eran “objetos parlantes”. Los esclavos, los pobres las mujeres, entre otros, no tenían ningún derecho. Gobernaba la aristocracia y eso se llamaba democracia.
La historia no registra con precisión, cuando, como, ni por qué los capitalistas, se adueñan del poder político o si siempre fueron ellos los dueños, y en esa dirección de ocultar sus fines aviesos crean los partidos políticos; por otro lado, las sociedades anónimas, de beneficencia y los clubes cívicos y allí se reúnen para tramar como perpetuar el dominio de los dos poderes, el político y el económico; también para deleite del pueblo ingenuo
No se trata de criticar por criticar, ni mucho menos, es que existe una realidad que nadie puede negar, cada día los problemas sociales y económicos se hacen más grandes y evidentes. A contra pelo de lo digan muchos, cada día la brecha entre los que nada tienen y los pocos que les sobra de todo es más ancha y más profunda. El axioma es así; “cada día hay más pobres, más pobres, y menos ricos más ricos”, en términos absolutos, no es retórica ni semántica. Es muy claro, la pobreza se expande y la riqueza se contrae. ¿Es la naturaleza del sistema, será que el propio sistema no lo sabe? Dice un amigo mío, que los cerdos no saben que apestan.
El próximo mes de noviembre, según informe de la Naciones Unidas, la población mundial de seres humanos alcanzará los 8 mil millones y aplicando el principio de Pareto, nos encontramos con una cruda realidad, solo 1.6000 millones de seres humanos tienen ingresos suficientes para llevar una vida digna y decorosa, eso equivale al 20 por ciento de la población mundial; por el otro extremo nos encontramos con 3,200 millones de personas que viven entre pobreza general y extrema, de ellos 1,600 millones viven de la nada, indigentes y mendigos. Otros 3,200 millones de seres humanos viven medianamente bien, pero tienen carencias económicas, para satisfacer algunas de sus necesidades básicas. Solo a un 0. 5 por ciento de la población le sobran millones de dólares y 2,668 son multimillonarios, tienen más dinero que los 50 países más pobres del mundo.
Nuestro planeta, a pesar de lo maltrecho que lo tiene el sistema capitalista, contaminado y hecho leña, alberga suficientes recursos para que todos vivan una vida digna y decorosa, pero no es posible mientras las riquezas se concentren en muy pocas manos y no se distribuye e invierta de manera equitativa. Me niego a creer que vivimos un capitalismo desalmado pero la realidad nos dice que es así, el sistema se ha tragado o devorado como mínimo 1,600 millones de seres humanos en nombre de la democracia y la libre competencia y eso yo lo llamo canibalismo y canibalismo consuetudinario. Si mañana no les escribo es porque me han devorado, con computadora y todo.
El autor es Sociólogo y Profesor de Geografía e Historia.
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