El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Nieto de Rubén Darío Herrera, Ricardo Herrera Hazera, presenta renuncia irrevocable al PRD.
Razones que sustentan mi renuncia al PRD
Fidel Castro Ruz y Omar Torrijos, atrás en el Centro, Rubén Darío Herrera.
Rubén Darío Herrera, abuelo de Ricardo, uno de los economistas más destacados del país, a quien Omar Torrijos le confió parte importante del plan de desarrollo económico del proceso revolucionario.
Me inscribí en el PRD en el año 1994 o 95 sin embargo, nuestra vinculación ideológica con el PRD no proviene de la década del noventa u ochenta, es con la primera década del torrijismo con la que me identifico metodológica y conceptualmente.
A inicios del setenta el general Torrijos invitó a mi abuelo Rubén Darío Herrera, economista en la Comisión económica para América Latina CEPAL, con el fin de crear la estrategia de desarrollo económico social que serviría de complemento a la estrategia de desarrollo económico liberal también impulsada en esa década.
El historiador Guillermo Castro lo resume de la siguiente forma: “El Plan Nacional de Desarrollo 1970 1980, elaborado por el desaparecido Ministerio de Planificación y Políticas Económicas (MIPPE) bajo la dirección del liberal Ardito Barletta, y la imaginación que caracterizó al socialdemócrata Rubén Darío Herrera en su propuesta de poner los ingresos del tránsito al servicio del desarrollo productivo e integral del Interior, son dos muestras de un ejercicio de la planificación al servicio del interés general de la sociedad nacional, tal cual ésta era en aquella década.” (Castro, Guillermo, Noriega, Rodrigo. 2015)
Para el difunto dirigente histórico del PRD Ramiro Vasquez Chambonnet QEPD: “Torrijos encuentra en su viejo amigo de la CEPAL, Rubén Darío Herrera, el pensador, para organizar un programa paralelo dirigido a fortalecer la participación de la población pobre y de capas medias, y al mismo tiempo robustecer la imagen de un Estado productor y participativo. (Vásquez Chambonet, El Omar que conocí, publicado en La Estrella de Panamá, 2015)
En febrero de 1981 muere mi abuelo, casi cinco meses después, en julio de 1981, desaparecen al General Torrijos, y con Torrijos, su programa de desarrollo social incluyente.
Me comentaba hace poco otro personaje de la época, Moisés Darwish, que, durante la caminata del sepelio de Omar, uno de sus primos y amigos ideológicos, Carlos Pérez Herrera comentó, palabras menos, palabras más: «Sin Omar esto se terminó».
Queda a cada quien y a cada conciencia juzgar si aquellas fueron palabras proféticas o no.
No tengo duda de que los valores que sustentaron a esa generación de panameños son contrarios a los valores del PRD actual; y de que, si Torrijos se despertase hoy, no encontraría diferencia ideológica alguna entre los actuales partidos tradicionales y el partido que él fundó.
Como sociedad tenemos enemigos comunes a vencer como clientelismo, la corrupción, la desigualdad, así como la necesidad de fortalecer el diseño institucional de controles republicanos y la cultura de participación democrática, para otorgarle al ciudadano un nuevo rol protagónico dentro de la esfera pública, por lo cual, luego de un largo análisis y meditación he llegado a la conclusión de que el PRD se ha convertido en uno de los principales obstáculos para vencer estos males colectivos ya que la cultura política organizacional y política del PRD favorece la caquistocracia y el clientelismo.
La finalidad de los partidos políticos no debe ser “alcanzar el ejercicio del poder público” aludiendo que el “fin justifica los medios”.
La sociedad ha cambiado y la ciudadanía tiene nuevas y legítimas aspiraciones, de ahí que los partidos políticos tengan también funciones ascendentes: Recopilar las demandas y necesidades ciudadanas, así como funciones descendentes: Consolidar una cultura democrática que permita la deliberación, la participación y la rendición de cuentas, estimulando la transparencia y el buen uso de los recursos públicos.
Sin embargo, ninguna de estas funciones es ejercida por el PRD.
Continuaremos nuestra labor permanente a favor de las transformaciones sociales, pero ahora bajo la convicción renovada de que vamos por el camino correcto.
Nuestra renuncia significa alejarnos de una cultura política partidista donde el poder se teje desde redes clientelares, se premia al corrupto con el voto y el apoyo incondicional de sus súbditos, donde el espíritu crítico es visto con desconfianza y los valores democráticos de una sociedad en permanente cambio son completamente ignorados.
Invito a todos quienes dentro del PRD piensen de forma similar a unirse en un fin común para que podamos dejar un legado positivo a las futuras generaciones, puede que sea difícil ya que el camino correcto es angosto y poco transitado, pero quienes por ahí optemos continuar podemos dormir con la conciencia tranquila y la sensación de misión cumplida.
Ricardo Herrera Hazera
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