Y oprimieron a jóvenes, a indígenas y ancianos y no tuvieron compasión alguna en esos días.
“Dijiste: “¡Reinaré para siempre, como reina del mundo!”.
No reflexionaste sobre lo que hacías, ni pensaste en las consecuencias”.
Hoy, cosecharás y amontonarás lo que en su tiempo sembrasteis. El dolor que causasteis, se volverá en tu alma en angustia. Y la paz desaparecerá, porque no hubo justicia cuando los humildes clamaron.
Y una frase servía de excusa y consuelo: “Robó pero hizo” que equivale a la gratitud del esclavo porque su amo le tira un plato de comida al suelo y lo prefiere vivo que muerto porque los seguirá esquilmando.
Tal es el engaño del hombre, que no advierte que esta vida es una privilegiada ocasión para hacer el bien, para amar y ser agradecido. La gratitud es fuente de la alegría.
Nos hemos vuelto amargados en el país, porque nos hemos vuelto antes, malagradecidos.
Volvamos a la senda de la gratitud y la humildad.
“Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos”. Salmo 138:6
¡Qué aflicción para los que dicen que lo malo es bueno y lo bueno es malo, que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad, que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo! Isaías 5:20
Ay de los que reniegan de su naturaleza, de los que confrontan la voluntad de Dios y lo desafían con altivez en medio de la laguna de su indecencia, la promiscuidad y la concupiscencia.
Sabiendo la extrema debilidad que lastramos, con mucha humildad clamamos a nuestro Señor por misericordia. No nos anima el ensañamiento con los orgullosos, pero tampoco pretendamos evitar lo que el juicio de Dios le depara a los que persisten en el engaño y se niegan en entrar por la puerta de la verdad y la luz.
¡Así de sencilla es la cosa!
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