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Proyecciones 2023, Solo Un Comentario

Por. Gonzalo Delgado Quintero

Quienes dicen ser los más demócratas, no son capaces de cumplir las propias reglas que supuestamente defienden. Y es que no se trata del sentido profundo y el compromiso libertario y participado de esa imprecisa definición de gobierno del pueblo, que tanto cacarean; sino un tema de intereses económicos, de un sistema parasito que utiliza formas estructuradas para hacer cambios de figuras cada tiempo, diciendo que eso es democracia, pero sin transformar su esencia misma, caracterizada por un modelo expoliador, cuya configuración se observa claramente en una sociedad dispersa y desarraigada y que lo mejor que pueden ofrecer es una situación determinada entre explotados y explotadores.

Esa es la situación muy presente, que de ninguna manera es la que debe ser, pero es. En este momento la sociedad global o mundializada está en un proceso rápido de cambio. Hace ya, más de tres décadas que la tecnología eclosionó y cambió todo. Incluso, dividió la sociedad, al menos, en tres grandes grupos. Excluyó de tajo al grupo más viejo de la sociedad, los convirtió en analfabetas funcionales, unos porque no se adaptaron o por razones cronológicas no les preocupó reaprender, no creyéndolo útil, otros porque no estaban en ese momento en circunstancias laborales donde precisamente fue que iniciaron los grandes cambios de los procesos productivos con la implementación sistémico-cibernética de la robótica y la computación.

Otro fue el segmento poblacional de transición que se readaptó desde la vieja a la nueva tecnológica, una generación que en ese momento tenía alrededor de 30 años y que hoy está centrada en 60 años promedio de edad. Y finalmente, los más nuevos y que obviamente despliegan gran empuje en el manejo competente de esas nuevas tecnologías.

En este sentido, es importante advertir que aún se está en proceso de transición; pero además, las leyes del mercado imponen al mundo de la tecnología el criterio de ley del tiempo de caducidad y por tanto, hay un desenfreno por renovar tecnología, creando todo tipo de aplicaciones que lleva a la obsolescencia tecnológica planificada. El mercado consumista de la tecnología estudia y calcula un tiempo de vida limitado de un producto electrónico, componente o accesorio y lo desarrolla bajo esos parámetros de tiempo. El producto se avería y la reparación es tan cara que mejor es comprar uno nuevo.  La prescripción es ya, de seis meses de duración de cada invento, y lo que va dejando a su paso es solo basura y por tanto, contaminación del medio ambiente.

El año 2023, heredará muchos problemas. Uno es que no se quiere cambiar esa mentalidad y peor aún se promueve el consumismo a ultranza; también, están las secuelas sociales de una pandemia que aún no termina. Otra es la crisis alimentaria que ya inició y que agudiza aún más la pobreza y la hambruna mundial. También, un modelo económico que agoniza y que trata de sobrevivir creando guerras y escenarios de conflictos, que ya nos tiene inmerso en una tercera conflagración.

Está la situación regional latinoamericana vista con dualidad por las grandes potencias. Unos la observan y otros retornan. Unos quieren entrar del todo y otros la quieren retomar después de sus fracasos en Medio Oriente, bajo el credo de que siempre hemos sido su patio trasero. Lo cierto es que América Latina ha cambiado y la propia sociedad está imponiendo las transformaciones que considera más propicias y quizás a ello, se debe la mayor presencia interventora del amigo del norte que nuevamente nos trata de retornar a través de la doctrina del guante blanco y el garrote.

Finalmente, el 2023 también asume la guerra en Ucrania. Un conflicto que si bien se escenifica en ese país; no obstante, es en realidad una batalla entre Estados Unidos y Rusia que en conclusión determinará al final, un nuevo orden mundial. En tanto, nuestra región y por ende, nuestro país, seguirán bajo la lupa de las grandes potencias que nada más quieren de nosotros, las inmensas riquezas que poseemos, dejando solo la devastación y la continuidad de dependencia, ignorancia y pobreza. Pero permitir que nos roben por medio de contratos leoninos, ya eso, también es culpa nuestra.

¡¡¡Próspero año nuevo!!!

El autor es periodista y escritor

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