“sectores perversos, vinculados al capital financiero, tienen una campaña de satanizar la solidaridad”.
Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político.
El no hay medicamentos, raya en un disco rayado. El malestar de los asegurados y jubilados es creciente. Una cosa es lo que dicen las autoridades de la institución y otra la realidad que viven los panameños. Algo no cuadra en este drama.
Conjetura se escuchan en diversos corrillos. Algunas la relacionan con una mala y deficiente administración y otros, un movimiento intencionado para persuadir, de que la única salida es la privatización; darles autonomía a los programas y traspasar el programa del IVM, al sector privado de la economía.
La empresa privada promueve un sistema de dos pilares. Cada uno con autonomía y su propia junta directiva. Proponen una comisión de alto nivel financiero con un cordón umbilical con el sector bancario y financiero.
Un sistema como el propuesto por el sector privado, convencido estoy, que no tendría la capacidad de atender los más de 2 millones de panameños que, alcanza la cobertura de la caja de seguro social.
Lo escribo y reitero, la voluntad del gobierno para enfrentar la cuestión del seguro social, ha sido quebrada por el capital financiero y sus agencias prestamistas. La deuda es un freno a políticas de estados dirigida a financiar la caja de seguro social. El gobierno se ha conducido con el síndrome de Poncio Pilato.
El capital no tiene alma ni sentimiento; una privatización de los programas que regenta la Caja de Seguro Social; dará forma a un escenario dantesco de la población. Tan cruel es que se rumora que, las pensiones serán reducidas sustancialmente. Estos sectores tienen una campaña de satanizar la solidaridad.
La hora de la clase trabajadora, los jubilados han llegado para sacar el músculo popular de la acción y resistencia.
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