Editorial
La tinieblas no buscan la luz, para que no sean conocidas y expuestas sus vergüenzas y maldades. Lejos está que se acerquen, mas bien huyen a la luz.
Definitivamente que ninguna comunión tienen la luz con las tinieblas.
Hemos estado mucho tiempo entre lo siniestro, tenebroso y oscuro. Ha llegado la hora de buscar la luz.
En la oscuridad, no sigamos tropezando, porque ciertamente hemos perdido el equilibrio y a punto de caer estamos.
Hemos sido llamados a establecer las debidas diferencias. Porque ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad?
Los que se deleitaron haciendo mal, los que le dieron rienda suelta a la avaricia y al egoísmo, hoy tienen muchas cosas mal habidas que no les causan alegría y paz, sino angustia y aunque nadie los persiga, huyen y saben en su interior que el mal que hicieron los perseguirá.
La vida humana no consiste en los bienes materiales que se puedan atesorar, por ello a pesar de pasar la vida hurtando y atesorando, acumulan cosas que no pueden disfrutar, cosas que no trascienden y que seguramente otros, que les tocan nada, terminarán deleitándose.
Sin embargo, escrito está que: “Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas.”
Apartémonos del mal y revirtamos nuestro andar por las tinieblas y empecemos a Amar y valorar más a la Luz que a las tinieblas.
Ha llegado ese tiempo maravilloso de cambiar nuestro destino, empezando por cambiar nuestro interior y nuestra individualidad, porque el todo, no es más que la suma de nuestra individualidad y nuestras particularidades.
Es el tiempo de nuestro aporte para instaurar la Justicia, para producir el Gran Cambio que buscamos, que traerá la Paz que anhelamos.
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