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Reflexiones sobre la Fundación de la Ciudad de Panamá

 

Jaime Flores Cedeño

Profesor de Filosofía e Historia-

Abogado

La ciudad de Panamá y sus 504 años

Los 504 años de la Fundación de la Ciudad de Panamá, se producen en medio de levantamientos populares en África, cuyos pobladores luchan en contra del neocolonialismo de naciones imperiales, que no han cesado en los últimos siglos en su afán de enriquecerse a costa de la pobreza de los pueblos.

Lo que sucedió en el Istmo de Panamá en 1519, fue el origen de los males que siguieron en materia de pobreza y miseria de la población aborigen, que se vio sometida a tratos crueles e inhumanos por los colonizadores españoles, que venían con hambre de oro a Tierra Firme.

Poco importó el buen trato que dispensaron muchas tribus a los españoles, lo que se impuso fue la espada y la cruz, como muestra de un poder imperial que se hallaba a miles de millas y que del “Nuevo Mundo”, solo conocían por sus narradores.

La vieja Ciudad y atrás la Nueva

Los lujos, placeres y grandes fiestas en la España colonial, inglesa, francesa y portuguesa, se sostuvieron con las “hazañas” de personajes oscuros como: Pedro Arias de Dávila, Francisco Pizarro y Hernán Cortés, entre muchos otros, quienes por medio de engaños, fraudes y prácticas corruptas diezmaron a la población indígena y se tomaron poblaciones, ciudades e imperios enteros, los cuales fueron sometidos y despojados por varios siglos, hasta las Guerras Independentistas del siglo XIX, lideradas por el Libertador Simón Bolívar.

La ciudad de Panamá, fundada por Pedrarias, había sido el resultado del traslado de Santa María la Antigua en el Darién, allá había quedado la cabeza de Balboa, decapitado meses antes por su rival “El Gobernador de Tierra Firme”. Balboa no era un santo, tomó el control de la vieja ciudad reclamada por Diego de Nicuesa, a quien dejó en el mar sin suministros y nunca se supo más de su existencia.

Con Balboa, la historia o, mejor dicho, historiadores pro coloniales le dieron el mejor trato en el siglo XX: “El Conquistador del Mar del Sur”, pero su accionar criminal en contra de los indígenas quedaría en el olvido. Era mejor construirle estatuas, avenidas y monedas, antes que pelearse con “La Madre Patria” y sus aliados imperiales.

La ciudad de Panamá, fue la base o el epicentro por donde partirían los conquistadores hacia Centro y Sudamérica, en otras palabras, por sus calles se paseaban los futuros aniquiladores de indígenas, mientras tanto, disfrutaban del vino y las viandas propias de la época.

El oro y la plata pasó por miles de toneladas durante dos o tres siglos, nada quedaba en el Istmo, solo la pobreza y generaciones de esclavos, que no lograrían superar las secuelas de las torturas y explotación sistematizada. “La venerada posición geográfica” “el transitismo forzado”, nos jugó una mala partida. ¿Qué trajo? Acumulación originaria y fortalecimiento de las élites coloniales y burguesas en el decimonono.

Los pobres en su peregrinar siguieron luchando por una vida digna, mientras que los de “adentro”, solo miraban a los arrabales como botín político o mercancía potencial para ser explotada y apropiada.

La Independencia de 1821 y 1903, no mejoró en nada las condiciones de desigualdad y miseria, todo lo contrario, la agravó, herencia colonial sí, pero también hubo herencia de rebeldía materializada en Caciques como: Quibián, Cémaco, Urracá, París y Cimarrones de la talla de Bayano, Felipillo, Antón Mandinga y Luis de Mozambique, quienes marcaron el destino de la Nación en los siglos subsiguientes y fueron la luz que encendió las Gestas que simbolizaron la lucha por la Soberanía en la Zona del Canal, legado de los denominados “próceres”, que prefirieron un enclave antes de defender el sentido la nacionalidad, principiado décadas antes por el Dr. Justo Arosemena en el “Estado Federal de Panamá”.

Aún hoy, podemos ver las ruinas de la antigua ciudad, una urbe que tuvo una historia de desigualdad y fue el mejor monumento al ímpetu colonial de los españoles y de la esclavitud.

La ciudad fue destruida en 1671, por el pirata inglés, Enrique Morgan y su traslado se produjo en 1673, en el sitio que hoy se conoce como el “Casco Viejo”. A la nueva ciudad se trasladó todo un sistema político y de opresión, que se mantuvo vigente hasta el siglo XX y que en esa centuria adquirió un ropaje “Republicano” y elitista, que alejó al pueblo del poder político.

Esta conmemoración de la fundación de la ciudad de Panamá, nos lleva a reflexionar acerca de ¿qué somos? ¿qué hemos sido? y ¿cuál es nuestro destino como Nación? El pasado nos ayuda a ver el presente y entender lo que podría ser el futuro.

La lección histórica que no aparecen en los textos escolares, es que la conciencia y lucha permanente por alcanzar nuestros derechos es tarea continua y no se logra sin unidad y objetivos comunes.

El mundo experimenta nuevas formas de dominación neocolonial y de adoctrinamiento. Los conquistadores llegan con saco y corbata, incluso hasta informales, como suelen vestir los gurú de la informática, atrás quedaron las carabelas y los arcabuces, un solo Dron bien armado, basta para matar dirigentes y asolar ciudades. La tecnología del siglo XXI, se nutre con materia prima que, por “gracia del destino”, parecen tener en abundancia los países explotados y saqueados en el pasado como en: América Latina, Asia y África.

Los piratas de la actual centuria se pintarán como ovejas, dejarán la pata de palo y el loro a un lado del hombro, se mostrarán inteligentes, bien hablados, hasta progresistas, pero detrás del “espejito” vendrán los planes de dominación y vasallaje.

La historia nos ayuda a pensar y no repetir errores, es un decir, por lo general caemos en los mismos, porque vivimos en el presente. Muy bien decía un amigo filósofo que, el ser humano, es el único ser pensante que vive no solo en el presente, sino también, en el pasado y el futuro.

Las lecciones históricas están ahí, en las bibliotecas y anaqueles, sustituidas en la actualidad por los Android, ¿qué nos queda? Avanzar, luchar y no ceder ante el colonialismo y su sistema imperial, siguiendo el ejemplo de Tomás Herrera, Martí, Victoriano, Zapata, Villa, Sandino, Farabundo, el Che, Fidel, Allende, Torrijos y Chávez, por citar algunos héroes del Continente.

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