Es necesario evidenciar los discursos reaccionarios que mantienen en el atraso al país entero; que son contrarios al desarrollo sostenible en toda su dimensión social, ambiental, política y económica.
Aura Sibila Benjamín
Educadora y escritora
Responder a la línea editorial de La Estrella de Panamá publicada hoy, 6 de noviembre de 2023, es de vital importancia para resaltar los fundamentos y valores que deben guiar la convivencia en las sociedades civilizadas y multiculturales del siglo XXI. El texto expone los antivalores que aún perviven en una sociedad como la nuestra, transversalmente atravesada por el sistema de castas colonial; profundizados por el sistema de segregación racial impuesto durante la presencia estadounidense en territorio panameño durante el siglo XX.
El mundo civilizado ya está en otro rumbo en cuanto a democracia, derechos ciudadanos y culturares. Panamá debe orientarse en esa dirección, por lo que es necesario evidenciar los discursos reaccionarios que mantienen en el atraso al país entero; que son contrarios al desarrollo sostenible en toda su dimensión social, ambiental, política y económica.
En cuanto a los elementos metodológicos, el texto no es expositivo, ni argumentativo, ni crítico y mucho menos analítico. Aspira a ser un escrito descriptivo en que el autor da su punto de vista o mirada sobre aquello que describe. Sin embargo, para poder describir algo, es necesario conocerlo a detalle, y resulta obvio que no es el caso. Lo evidente: el texto desnuda a la bestia. Es logorrea, vocablo gutural y agónico nacido desde el cerebro reptiliano, donde el neocórtex sencillamente se mantuvo ausente.
Para refutar un punto de vista así de simple no necesitamos más que decir que estas notas derraman preceptos racistas, donde la discriminación como narrativa asumida no le permite ver a su autor su propia condición ni origen. Hay un notable desconocimiento de la cultura y los derechos ciudadanos y culturales que cierran el acceso al reconocimiento propio y del otro; y desde este desconocimiento irrespeta las identidades culturales y el territorio.
Además, es necesario recordar que desde todos los gobiernos se han dado subsidios y beneficios indecentes a los bancos, a las grandes empresas y que muchas de estas deben millones al seguro social. En un país que ocupa los primeros lugares en el índice de desigualdad no es un secreto que estas componendas gobierno-sector empresarial son las que causan graves daños económicos y sociales al país. Estas prácticas se amparan en una visión de tal cortedad que no entienden que si hay un sistema justo de salarios, por ejemplo, habría mayor capacidad adquisitiva de la población. Que si la gente tiene satisfechas sus necesidades básicas, la sociedad prospera y, por ende, la economía prospera. Que si cuidamos la verdadera riqueza de Panamá, que es su naturaleza, no solo habría desarrollo en la sostenibilidad, sino que la vida, la educación y la salud florecería.
Al vender el territorio al extractivo negocio minero han demostrado una vez más la incapacidad de llegar más allá que su propio egoísmo, saqueando cuanto puedan en la pretensión de asegurarse sus migajas. No tienen visión de país, ni respeto a las personas, ni amor al territorio-casa común. Algo que si conoce el pueblo Gnäbe Buglé, los demás pueblos originarios y ciudadanos del país.
En definitiva, el texto es de una pobreza conceptual y humana incalificable, donde impera y se sigue reproduciendo el racismo, la exclusión, la diferenciación, la infantilización, la discriminación y la tiranía disfrazada de democracia. Ausentes están el pensamiento crítico y los derechos culturales y ciudadanos. La democracia exige la participación de todos los ciudadanos desde el respeto, la equidad, los derechos humanos y la dignidad. En el lenguaje habita el pensamiento. Y en la expresión de las ideas ejecutadas en el texto reluce el odio, el desprecio, la discriminación, el desconocimiento y la arrogancia. ¡Así de simple!
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