Por: José Dídimo Escobar Samaniego
La confesión reciente de Tristán Pascal, en la que Ramiro Guerra Morales dá a conocer en el día de ayer, en un artículo por este medio, y en la que hace la reseña de su confesión de que:
Hemos Apoyado A Los Partidos Políticos, En Los Proceso Electorales En Panamá,es al fin y al cabo echarlos al charco a todos en cuanto y en tanto esas “donaciones” que, aún no sabemos a cuanto ascendieron, fueron la fuerza que inmovilizó a esos partidos, a sus dirigencias y que militaran a favor de la minera en contra del pueblo panameño. Se desnaturalizaron y se llenaron de la ponzoña de la traición en vez de virtud.
La vergüenza la demudaron en una conducta permisiva con los recursos y patrimonio del país, con tal que, de ese atraco minero les dieran algo para sus alforjas. Bajaron a lo indigno, prostituyeron su andar y como fufurufas alcoholizadas y drogadas, ya no supieron como caminar por sí mismas porque en un acto de absoluta sobrevivencia, el pueblo tomó en sus manos su propia conducción para salvar el honor, la soberanía y la dignidad de la patria panameña. Todo lo que ha pasado hace a la clase política nuestra, inmerecedora de poder aspirar siquiera a conducir la nación.
¿De dónde venían los recursos de esas generosas donaciones a los partidos y sus dirigentes?
No hay que hilar delgado para darse cuenta que, la generosidad mostrada por First Quantum Minerals Ltd., se hacía con los propios recursos que le arrebataban a la república con el silencio cómplice de los beneficiarios directos de esas “donaciones”.
La confesión del CEO de FQM, confirma las sospechas que muchos teníamos de la sospechosa conducta de inmovilización de los partidos y su proverbial silencio durante toda esta crisis minera. Ello comprueba, es decir, la confesión de Tristán Pascale que la hizo pública en medios locales, ya que, la misma, obraría en un arbitraje internacional como la evidencia de que hubo tráfico de influencia aceptado por el representante de la minera FQM Ltd.
En las sagradas escrituras se establece en el libro de Marcos 4:22: Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
Es así, como no tengo la menor duda, de que todo saldrá a la luz y sabremos en el momento menos oportuno, para los que escondieron las evidencias por su comprometimiento, y allí será el día de crujir de dientes, porque su procacidad fue caer en la tentación del amor al dinero fácil que no enriquece, sino que trae tragedia porque no es el producto del esfuerzo, sino de la maleantería que ahora enrarece este momento histórico de la nación.
¿Qué legitimidad del poder público puede surgir de, corporaciones políticas que han recibido sobornos y los utilizan para comprar conciencia, para hacerse por medio del clientelismo del poder?
Qué legitimidad tiene un gobierno cuyos varios ministros tenían negocios simultáneos con esa empresa y el ejercicio de sus altos cargos pero jamás se declararon impedido o presentaron algún conflicto de interés, despreciando toda conducta ética y moral contenidas en la Ley 38 del 2000 y el código de ética del 2002, en la que esencialmente dice: “El servidor público debe actuar con rectitud y honradez, procurando satisfacer el interés general y desechando todo provecho o ventaja personal, obtenido por sí o por interpósita persona. Tampoco aceptará prestación o compensación alguna por parte de terceros que le pueda llevar a incurrir en falta a sus deberes y obligaciones” es decir, personas probas.
Nos hemos desviado del sendero de lo correcto para andar con la tramoya, lo chapucero y todo lo que nos apena y nos avergüenza, pero es que para los truhanes, el violar la Ley y las sanas costumbres, son como un estímulo o adrenalina porque para ellos, todo lo que sea tracalería es virtuoso y andar recto es de idiotas.
La mayoría de los panameños en las calles, demostraron que, en Panamá, la mayoría es gente sana y digna que no merece que la asalten y le roben su futuro y con la Gracia de Dios estaremos enderezando el camino de lo correcto, por donde deben transitar nuestros hijos y nietos y no por cinismo ni el impudor en los que algunos se deleitan hoy.
¡Así de sencilla es la cosa!
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