Cuentos del interior

 

Gavilán, es un sobrenombre de un señor, que casi es una leyenda y cuyas historias parecen fantasías, pero resulta que son tan verdaderas como difíciles de creer.

El susodicho personaje, vive en el interior del país, cuenta con más de setenta años de edad y se dice que está compitiendo con el rey Salomón, y que solo le hacen falta doscientas mujeres para empatarlo. Recuerden que Salomón tuvo 700 mujeres y 300 concubinas, lo cual hacen mil, y Gavilán está en las ochocientas.

Siempre bien vestido, con zapatos lustrosos, bien planchado, acicalado y emperfumado, porque Gavilán es de la idea que, la presentación vende el producto y según él las mujeres no solo se enamoran por el oído, también por la vista.

La tecnología traiciona a Gavilán

Recientemente, Gavilán estaba acostado en su cama, acompañado de su distinguida esposa, quien dormía plácidamente y eran como las 11 y media de la noche. A esa hora, escucha el sonido característico que acaba de entrarle un WhatsApp y extendió su mano a la mesita del lado suyo, donde tiene el teléfono celular entre algunas pastillas, agua maravilla y vick vaporub, que a la edad de nuestro personaje son indispensables en ese lugar.

Al observar el mensaje, se le abre una imagen de una de las tantas amigas que mantiene vigentes, como Dios la trajo al mundo, con especial énfasis en las partes íntimas de la señora y debajo de la imagen tenía un texto que decía: “mira cómo me tienes”.

A Gavilán, como respuesta se le ocurrió, estimularse hasta lograr una erección reluciente, le tomó una instantánea a su mejor amigo y envía la foto de su miembro, con el letrero debajo “mira cómo me tienes tú también a mí”.

Al cabo de unos siete minutos, a esa hora, como a las 11 y 40 de la noche, lo llaman, él pensó de inmediato que, se trataba de la joven señora que le había enviado la foto despampanante, pero no, se trataba de su nieto, uno que maneja redes y cuando contesta, le dice abuelo, abuelo que le pasa a usted. Y él pregunta, por qué, y él le dice, es que usted ha puesto una foto de su paloma en el Estado y todo el mundo está viendo eso ahora, se ha viralizado, borre eso inmediatamente. Avergonzado con el nieto y muy alterado por la noticia, no acata a hacer nada, queda paralizado.

Gavilán se puso muy nervioso, se le aceleró el corazón, recordó que él es paciente hipertenso y se sintió impotente de poder resolver el problema de sacar la imagen del estado, pero no era experto en estas cosas tecnológicas. A todo esto, la esposa estaba dormida y se veía rendida y a Gavilán se le ocurrió recurrir ante su esposa que sabía más que él de redes sociales y eso de WhatsApp.

La despierta desesperado y le dice que lo ayude que, unos perversos compañeros de trabajo de él, envidiosos, con ánimo de perjudicarlo y de hacerle daño, le han puesto una foto en el estado para desprestigiarlo. Eso tiene que ser por la envidia que me tienen, le dijo a su esposa.

La señora, casi turulata, agarra el teléfono de Gavilán y empieza el procedimiento para sacar la foto, pero en lo que está desarrollando la operación, observa la imagen, reacciona indignada y le dice a Gavilán. Bueno Gavilán, tú crees que yo no sé que esa es tu paloma, recuerda que, yo la conozco muy bien, no vengas a inventar cuentos conmigo, sepa Dios a quien le estabas enviando esa imagen.

Gavilán guardó silencio, sudó frío y no dijo ni esta boca es mía. Se sintió, en ese instante, verdaderamente desnudo ante las evidencias y vilmente traicionado por la tecnología.

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