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El atraco energético en Panamá.

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Acción de la Fuerza y Luz.

Recuerdo muy bien, aquel día, 31 de mayo de 1972, cuando Omar Efraín Torrijos nacionalizó la Fuerza y Luz, y se empezaron, con Moscote, Edwin Fábrega y Ascanio Villalaz, la reorganización del IRHE, los estudios y ejecución de proyectos importantes y estratégicos de generación e integración del sistema eléctrico nacional, que no existían, porque lo que había eran pequeñas plantas con sistemas aislados, sobre todo en ciudades de cierto nivel en provincias, con la gravedad que, solo funcionaban con combustible importado y su servicio solo cubría algunas horas del día o la noche. Este acto viril e histórico de nacionalización de la energía y las comunicaciones, en manos de una empresa norteamericana, llamada Panama Power and Ligth Company, transformó al país de una manera impresionante, porque antes de esta decisión política histórica, de ser soberanos energéticamente hablando, estábamos sometidos a los caprichos de esa compañía extranjera y el servicio eléctrico era un privilegio: Así, en la provincia de Coclé, contaban con ese servicio básico; el 15% de las viviendas; en la provincia de Chiriquí; el 36%, en la provincia de Darién: el 14%, en Herrera; el 18%, en Los Santos el 11%, y en la provincia de Veraguas tan solo el 8%.

El liderazgo del IRHE, fue forjando una institución portentosa y formidable con un equipo humano de la más alta calidad técnica y con la mística de servir al país y ser fundamento del desarrollo energético que garantizara la promoción del desarrollo económico y social para todos, y en ese entonces, la consigna fue democratizar la energía eléctrica y se propuso por de Omar Torrijos, la campaña que, “en cada rancho un foco”

Desde la década del 70, no cesaban las campañas en contra del IRHE, por ser una entidad estatal y porque por primera vez en la historia, la gente pobre, tuvo acceso a la luz eléctrica y las comunicaciones. Para promover su privatización argumentaban que, en Panamá se consumía la energía más cara de toda la región, pero es precisamente ahora, con la privatización que, los panameños pagamos desde hace 27 años, una exorbitante factura, como nunca antes, tanto que, rebasa ampliamente el costo de la energía en toda la región y por ejemplo, la generación hidroeléctrica que representa más del 70% de la generación total en el país, se produce a un costo menor de tres centésimos de balboa el kilowatt hora, pero los panameños pagamos más de 20 centavos por kilowatt, lo cual indica que se embolsan alegremente más de 7 veces el costo de generación y eso es sencillamente inaceptable e inmoral y un abierto atraco a mano armada que genera una notable renta a las empresas privadas de generación y distribución.

Hoy día, ha crecido en los últimos años, ante la ausencia de un agresivo programa de electrificación rural, muchos hogares en el campo que vuelven a alumbrase con guarichas y mechones.

Haber desmantelado al IRHE y promovido su privatización, vino a convertirse en una permanente angustia para el pueblo y un asalto perverso y estratégico al patrimonio del Estado, que somos todos, para beneficiar a grupos privilegiados del poder económico, extranjeros y nacionales que, se repartieron los despojos, que son causa de nuestra desgracia e impiden las posibilidades de producir esquemas de igualdad, que cierren la gran brecha que distancia a ricos y pobres en nuestro país y que de hecho nos presenta como una de las naciones, vergonzosamente, más desiguales del planeta.

Hidroeléctrica La Yeguada en Calobre.

La primera hidroeléctrica de cierto significado en el interior, la constituyó La Yeguada, ubicada en Calobre, pero la misma no fue motivada en su edificación, por el deseo de electrificar al interior del país, sino como simple pretexto, porque la verdadera motivación fue la que, el Estado hiciera la inversión, pero los ingenios azucareros; Santa Rosa y Ofelina, de propiedad de familias de mucho abolengo y consiguiente peso político en ese entonces, se aprovisionaran de una energía barata, porque el uso de combustible para sus plantas particulares, significaba altos costos en importación o compra de combustible que el país no producía es decir la misma historia de empresas que les gusta tener ganancias significativas bajo el paraguas de la inversión estatal en infraestructura.

Todo el proceso de privatización perverso que se llevó adelante en Panamá, no obstante, no se realizó ni el vecino Costa Rica y tampoco en Uruguay, hoy día sus servicios de los rubros de energía y comunicación son muchas veces más atractivos para la inversión extranjera y los precios al consumidor resultan casi la mitad de lo que pagamos los panameños.

Fortuna

Estas empresas generadoras y distribuidoras, han drenado miles de millones de dólares al país, constituyéndose en otro atraco que favorece a las entidades privadas, dueñas del 49% de las acciones, no obstante por una tolerancia inexplicable y contra lege, y sempiterno rompiendo de toda regla civilizada y todo fundamento de derecho, las empresas tenedoras de la minoría de las acciones, son los que administran las susodichas empresas, generando una serie de actos de corrupción entre los cuales señalo; la asignación de salarios estrafalarios a sus asesores y cuerpos directivos, la mayoría extranjeros, es decir, más de 50 mil balboas mensuales a personal gerente y asesor, que no se declaran en la república de Panamá, por lo cual existe evasión fiscal perversa, causando un hoyo negro en donde desaparece toda posibilidad de justa participación de la república de Panamá, generando toda clase de gastos, de modo que, a la hora de repartir beneficios o utilidad, las mismas son exiguas, casi inexistentes, y los representantes de la república de Panamá en esa Juntas Directivas, por más de 27 años, son cómplices silenciosos de semejante asalto al patrimonio nacional, porque en la práctica son cooptados por la empresa y no cumplen con su deber de defender los intereses nacionales, por lo cual deben ser investigados y ser declarados penal y civilmente responsables solidarios de esta modalidad de saqueo del patrimonio de la nación. No se diga, de las empresas generadoras hidroeléctricas, de propiedad exclusiva de empresas que tienen concesión por casi un siglo, y en las que no pagan por el agua que usan, sólo sumas irrisorias entre las que destaca AES Panamá, que ejerce en Panamá un Monopolio impresentable y prohibido por las leyes norteamericanas (Antitrust act), pero aquí en el traspatio norteamericano, hacen lo que les dá su santa gana.

Bayano

El desmantelamiento desde año 2,000 del antiguo Ente Regulador, hoy ASEP, por el gobierno de Mireya Moscoso, y ampliado por los gobiernos que le siguieron, ha contribuido de manera decidida a que se pierda todo control público y que la Empresa Generadora AES Panamá, se haya apropiado de más del 60% del mercado de generación (Bayano 260 MW, La Estrella 48 MW, Los Valles 57 MW, Estí 120 MW, Changuinola 224 MW, Planta de Gas Natural en Telfel Colon 380 MW, Parque Eólico de Penonomé 50 MW y Participa en algunas Barcazas de Generación en Colón como La Estrella de Mar de 72 MW), teniendo una generación actual de 1,211MW, con un total dominio monopólico de la generación y facturando una utilidad por encima de los mil quinientos millones de dólares anuales que representan una exportación de capital neto, lo cual descapitaliza nuestra economía, hecho que no ocurría con el antiguo IRHE, que al Tener en Planilla cerca de 7,800 trabajadores, y el INTEL 3,670, representaban en salarios centenares de millones de balboas que se quedaban en Panamá y dinamizaban nuestra economía, cosa que ahora, casi todos los servicios están tercerizados y con muy poco personal, además del constante escape de divisas. En la ASEP, los que mandan son los grandes emporios energéticos y de comunicaciones, y atrás quedó el interés general que debe preservarse y del que nos habla nuestra Constitución Política en su artículo 50 que ha quedado como una letra convertida en cadáver. La recién nombrada nueva directora, genera dudas razonables de su conducta, dado el hecho que, ella ya fungió como directora de esa entidad y cuando estuvo allí se fortaleció el gobierno de las empresas en detrimento de los intereses del Estado y de los panameños.

La otra Empresa que está maniobrando es, Naturgy con sus dos Distribuidoras más su Generación propia, se constituye día a día en otro monstruo de varias cabezas. Todo el mundo se queja, pero nadie dice nada. Sin mostrar señales contundentes de querer mejorar las cosas, es muy difícil cambiar el ánimo de los usuarios informados y de los Participantes del Mercado Mayorista de Electricidad que saben que esta empresa también desarrolla maniobras en las que, Panamá y nosotros los usuarios, salimos perdiendo y el país también.

Cuando se privatizó el Mercado eléctrico, las distribuidoras pagaron un minúsculo derecho de entrada, consistente en 337 millones de dólares, de los cuales el circuito dominado por Electra Noreste dependiente de Baltimore Electric Company, pagó 87 millones, y la española, Unión Fenosa, ahora Naturgy, Pagó 250 millones, mismos que recuperaron en los dos primeros años de facturación y desde siempre han tenido a un personal extranjero como altos ejecutivos, ganando salarios astronómicos de hasta y más de 50 mil balboas mensuales, y ni siquiera pagan los correspondientes impuestos al país.

Líneas de transmisión de Alta Tensión, construidas por el Estado para hacerles el negocio a las generadoras y distribuidoras.

Por otro lado, la Empresa de Transmisión Eléctrica (ETESA), la única que permanece en control del Estado, pero le toca hacer las grandes inversiones y el mantenimiento de las líneas de alta tensión en todo el país, no obstante, en la factura eléctrica sólo recibe una minúscula parte, misma que no reivindica sus inversiones y ni siquiera sus gastos, además tiene multiplicidad de tareas que cumplir como; Transportista del Mercado Eléctrico, Operador del Sistema Interconectado Nacional, Administrador del Mercado Mayorista de Electricidad y Planificador del Sector Eléctrico Panameño, lo cual ha llevado a sus administraciones en lo que, parece una acción deliberada y de adrede, en no cumplir sus funciones a cabalidad de Agente Transmisor de Energía, Único del Mercado, entonces cómo podría estar desviando sus esfuerzos para administrar y operar el Mercado Mayorista de Electricidad, que es el pretexto que sectores de la oscuridad andan buscando, precisamente para justificar y terminar de rematar la privatización en esa área del negocio de la electricidad, aún en manos del Estado panameño. Todas las estrellas, las han querido alinear para darle el último zarpazo al sector eléctrico y ejercer un dominio absoluto desde un monopolio privado, en el que todos los panameños seríamos simples víctimas y en el que el Estado abandona a nuestra suerte, la necesaria protección y garantía de que habla el artículo 17 de la Constitución Política, en que sujeta y obliga a las autoridades a proteger en su vida, honra y bienes a todos los habitantes de la república.

Recientemente, el administrador de ETESA y un grupo de funcionarios, sin tener derecho a ello, le han pretendido dar un zarpazo a las finanzas de esta empresa pública, pese al rechazo contundente de la opinión pública, queriendo constituir como derecho el atraco a todos los panameños, como si fuera poco lo que ya nos atracan las generadoras y las distribuidoras.

Teniendo estas empresa, el control del mercado eléctrico nacional, y como las autoridades miran para otro lado, se produce una variedad de cohecho, los entes privados del sector, ya están planificando y desarrollando sus acciones futuras, consistentes en por ejemplo; que las plantas en base a gas natural que quieran competir con AES Panamá, tendrán que comprarles a ellos, el gas que viene de una forma de extracción sumamente cara, pero ellos necesitan colocar su producto para remitir grandes capitales a la fuente del Gas, o desistir de realizar la inversión. No es casualidad que los dos grandes proyectos de gas natural que se construyeron en Colón, uno de una empresa Shanghai Gorgeous, con sede en Shanghai, y otro de Mello Alemán, tuvieron frente a sí, una enorme muralla que sortear que se llama AES Panamá, a la cual terminaron rindiéndose por mucha clorofila de por medio, la que tiene acceso a beneficios y licencias que, en el propio Estados Unidos, donde está su sede principal, ésta forma de hacer negocios, es castigado fuertemente por la Ley Antimonopolio. (Anti Trust Act).

Lo que sí es seguro, es que, en el largo plazo, AES Panamá, por sus maniobras oscuras y la anuencia de los organismos del control y la vista gorda de las autoridades, tendrá servida la mesa, para consolidar su monopolio, o para expandir su planta de 380 MW hasta más de 1,000 MW, acción que terminaría con un control monopólico absoluto, casi el 85% de toda la generación nacional, en la medida en que se vayan retirando algunos generadores y la demanda nacional de electricidad se vaya incrementando, lo que normalmente se da a un ritmo del 5% anual. Para lograr este propósito, AES Panamá invitó, hace algún tiempo, a un grupo importante de periodistas panameños y los llevó en un vuelo “charter” a Republica Dominicana, de donde regresaron copando las pantallas televisivas de presentaciones y elogios hacia la mal intencionada empresa, y es notorio que compran grandes espacios en los medios de comunicación para manipular, igual que la empresa minera Cobre Panamá, subsidiaria de la FQM,  los hechos y hacerse con el control que tanto añoran y volveríamos los panameños a estar en similares condiciones en las que estábamos antes de 1972, cuando Omar Efraín, logró para el pueblo, nuestra independencia y soberanía energética, como antesala al perfeccionamiento del Estado Nacional, a través de Tratado Torrijos-Carter del 7 de septiembre de 1977, ya que, en virtud de la privatización, la entregamos “ingenuamente” con todas las consecuencias que hemos vivido, a pesar de que Torrijos nos advirtió claramente que; si nos dejábamos quitar las conquistas económicas y sociales que habíamos logrado, “bien pendejos seríamos”.

Un “detalle” importante que no podemos soslayar es la empresa; Price Water House Cooper, con prestigio internacional, se prestó para hacer el avalúo de las empresa hidro generadoras del IRHE, aplicando una rata de obsolescencia muy distinta a la que se suele aplicar en casos similares en otras latitudes, que es de cien años de utilidad aproximada de cada planta, las nuestras eran muy jóvenes y algunas acabadas de inaugurar, por lo cual esta empresa, se aprovechó de su buena fama para asestarle una desvaloración a los activos constituidos por las generadoras del Estado, “legitimando” así, el atraco y transferencia a privados, incluyendo a subsidiarias de empresas norteamericanas y nadie dijo ni esta boca es mía, en ese momento histórico en que firmaron el acta de defunción del dominio estatal de la generación de energía.

Otro detalle es que, este escrito solo se refiere a las plantas generadoras hidroeléctricas, las plantas térmicas del IRHE, es otra historia que trataremos en otra entrega.

Este drama que estamos viviendo, en los que después de un poco más de 27 años de no gozar de libertad, nos han colocado, nuevamente los grilletes, y ahora somos en consecuencia, prisioneros de la avaricia de sectores que no están comprometidos con el destino de nuestra nación, por lo que, se requiere de la toma de decisiones muy urgentes y reordenar todo este sector estratégico y retomarlo, es decir, renacionalizarlo, a fin de que, podamos tener acceso a un desarrollo real de nuestra economía, podamos ser competitivos y las ganancias del sector eléctrico, nos ayuden a salir del grave estado de postración en que estamos, con una deuda pública externa que excede gravemente más del 67% del PIB y pudiéramos caer en cualquier momento, en impagos que, le darían razones a los acreedores agiotistas de la nación, a volvernos a todos esclavos, hasta tanto paguemos la pesada deuda que, de una manera muy ligera y sin mayores controles han pactado los distintos gobiernos, y mucha de la cual, ha quedado sepultada en el gran atraco y la gigantesca corrupción que nos hizo tanto daño, cuidado que aún más que la pandemia que nos arrasó y de la cual aún no nos levantamos.

¡Así de sencilla es la cosa!

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