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Una enorme cortina de humo, para distraer y eludir los problemas de fondo de los panameños.

Por Ramiro Guerra M.

Abogado, escritor y cientista político.

 

Cierto que la corrupción o lo que denominamos la mediación prebendaria en la sociedad y el estado, ha trastocado todo el entramado institucional y peor la democracia y la justicia.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar que, la lucha contra la corrupción, también se ha venido instrumentalizando como un recurso político, para fines no necesariamente loables y en esa dirección tender una cortina de humo, para que problemas tan terribles, como el desempleo, el alto costo de la comida y las medicinas, se les dé un rango no tan trascendental en la vida de los panameños.

Mas grave aún, la corrupción se usa y manipula, para introducir agendas de control e intervención en nuestros asuntos internos. Ahora se le asocia al tema migratorio y de esa manera, colocan al país, su frontera con el Darién, como un muro para evitar que los inmigrantes lleguen a los Estados Unidos.

Claro que la corrupción es un flagelo grave y hay que erradicarla o someterla a su mínima expresión. Es un tema que raya en lo estructural. La corrupción ha permeado a toda la sociedad y el estado. Nadie está excluido de la contaminación de ella; muchos se dan golpes de pecho y se hacen la vista gorda, pero están permeado y contaminado por el prebendalismo mediático.

Vamos al tema. ¿acaso falsear declaraciones de renta, para no pagar los impuestos debidos, no es también corrupción y delito? O quedarse con las cuotas del seguro social y no declararlas, también es una manifestación de un hacer corrupto; licitar obras con costos inflados y recibir coimas, igual es delito y corrupción.  Y qué decir de la especulación salvaje, relacionados con alimentos, medicinas. Se traduce en un robo descarado a los bolsillos de los panameños. Y qué decir de los bancos y compañías de seguro, asaltos institucionalizados al país y a los panameños.

Y qué decir de los oligopolios en actividades, servicios y necesidades básicas de los panameños.

Bien lo escribió un amigo economista, el sistema económico, en su matriz, tiene o lleva la perversa criatura de la corrupción insaciable. Lo anterior hace estragos a la sociedad, al estado y la democracia, cuando la institucionalidad, responsable de controlarla, queda cooptada por esos poderes corruptos.

De esta corrupción no se habla ni escribe. Nos mantienen entretenido con la situación de la asamblea nacional, de la partidocracia, del tal o cual comisión, de quien la controla, pero temas centrales de la vida nacional, de su existencia, cero alusión.

Hay una manipulación exacerbada del ser nacional. El objetivo, mediatizar el pensar críticamente.

Se nos ha mochado el derecho a pensar y cuando lo hacemos, repetimos lo que esos poderes hegemónicos, venden como verdad a través de la supraestructura.

Este entramado es complejo y más cuando todo el sistema es permeado por ese tipo de control y dominio, que anula el real sentido de pertenencia y donde nadie se salva.

Hay que trabajar duro para cambiar estas perversidades.

Cambiar para no cambiar nada. Así debe rezar hoy el frontispicio del edificio de la nación.

Muchos muertos han salido de sus tumbas y sarcófagos. Están presente y ya verán, nos harán terrible la vida.

No observo ni veo, la unidad nacional, de la que tanto se habló y prometió.

Sencillo, el mercado y la molecularización del todo social, edifican el reinado del mundo empresarial.

La pregunta ¿Qué hacer?

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