Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
Quién o quiénes lo hubieran pensado. El siglo XX1, el siglo de la denominada era digital. Del cacareado conocimiento o de la inteligencia artificial. El pensar y más el pensar críticamente, ¿para qué? ha sido rebasado y superado, por una enajenante conciencia subjetivizada en aparatos digitales y chips, capaz de almacenar informaciones de épocas y siglo enteros. Grandes bibliotecas, con miles y miles de libros escritos, quedan reducidas a un microchip.
Lo anterior no es tan malo; lo malo es que esa cultura y dominio de la tecnología digital, coloca al cerebro en una especie de órgano inútil e improductivo.
Como consecuencia de lo anterior, los procesos de autoafirmación del ser y la identidad, ha venido a menos.
Los procesos de alienación, inducidos por una sociedad, donde lo irracional domina y controla, ha sometido al ser a un no ser. Vivimos y actuamos, no por el sentido de auto confirmación, sino por un ser venido desde afuera y es el que vive y actúa en sustitución del verdadero individuo y colectivo.
Es la realidad; no somos nosotros ni el yo, que se expresa y actúa.
Creemos ejercer dominio sobre aparatos de alta mega y tecnología y es todo lo contrario; este siglo XX1, nos ha reducidos a una especie de siervos.
Razón tienen sectores de la comunidad científica, al señalar que, las redes han revolucionado al mundo y las relaciones humanas, pero que revolucionariamente habrá que luchar para ponerlas al servicio de una genuina libertad.
Cuando creemos, que vivimos en libertad, no es así; los procesos de alienación nos hacen creer que somos nosotros mismos.
Una bestia que viene de afuera y se aloja en la matriz de nuestro cuerpo y cerebro.
De lo anterior se derivan retos y desafíos.
Cerebros contrabandeados de ideas y afirmaciones falsas. Es aquí, el meollo de una reforma educativa que auto confirme el ideal de hombre viviendo en libertad.
Dios bendiga la patria.
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