Por Miguel Montiel Guevara
He tomado la decisión personal de no solicitar a la ministra de Educación inscribirme en la lista de héroes sobrevivientes de la Gesta del 9 de Enero para ser sujeto de beneficios por haber participado en dicha Gesta Heroica. Siento que el Decreto Ejecutivo # 4 de 5 de enero de 2022 y la Ley 163 de 10 de septiembre de 2020 que reglamenta promueven cierto «clientelismo electoral «. Pero además, dejará fuera miles y miles de panameñas y panameños por lo intrincado de la misma.
Hay compañeros difuntos que lucharon aquel 9 de enero de 1964 y quedan fuera de esa Ley y muchos más lo estarán dada la intríngulis para estarlo. Y quién sabe si ni serán todos los que estén ni estén todos los que serían. La Ley y su Decreto tal como están hechas tiene muchas fisuras. En todo caso, la mía es una decisión personal como dejo dicho.
Estoy convencido y apoyo al Estado en su responsabilidad indeclinable de poner fin a la pobreza en el país. Creo que es su obligación garantizar a todos los ciudadanos por igual oportunidades por medio de educación de calidad y atención a la salud. Proveer la infraestructura necesaria en electricidad, agua limpia, redes digitales , transporte público y sana distracción. Así mismo, proteger la naturaleza. No olvidemos que el Estado somos todos y sus recursos son para todos.
Permítaseme, con vuestra benevolencia, traer unos párrafos de mi autobiografía Nostalgia Azul, como testimonio de haber sido parte de nuestra Heroica Gesta del 9 de enero de 1964.
Gesta del 9 de enero de 1964
(…) conversaba con Vivito Ávila y otros compañeros en el patio de la facultad de Humanidades cuando aparecieron unos institutores jadeantes y enardecidos. Habían sido atacados por estudiantes zonians en la escuela de Balboa por intentar izar nuestra bandera nacional en ese colegio. No fue necesario decir más. Inmediatamente convocamos a otros compañeros y nos movilizamos hacia allá. No llegamos al colegio de Balboa. Quedamos haciendo fuerza en la avenida 4 de Julio hoy Avenida de los Mártires. Para entonces la trifulca originada por estudiantes zonians se había convertido en una revuelta a lo largo y ancho de la 4 de Julio donde una multitud enardecida de panameños respondía con piedras a los disparos de la policía gringa. Los siguientes tres días Panamá vivió una verdadera insurrección popular espontánea sin armas, sin planificación estratégica conducida por líderes callejeros que en ese momento encarnaron el anhelo histórico nacional de soberanía total en la Zona del Canal. Ofrendaron su vida por esa utopía. Estuve allí como uno más del montón igual que los muchachos de calle 13 oeste. No hubo “rabiblancos”, no hubo “yeyesitos” protestando junto al pueblo. Aparecieron después. En el local del Sindicato de Periodistas de Panamá aledaño al Hospital Santo Tomás donde se estableció una especie de comando nacional o centro de coordinación concurrieron con organizaciones de las que nadie sabía ni había oído nunca. Y estuvo bien que así fuera. No era momento de restar sino de sumar.
Ricardo Arias Calderón, importante dirigente de la democracia cristiana lideró la participación de la burguesía panameña. Junto a él me dio gusto ver a mi antiguo compañero institutor Luis Emilio Veces al igual que a otro viejo conocido, Carlos Arellano Lennox; por cierto, ninguno de los dos parte la encopetada burguesía pero claramente de clase media. Figuras como Aquilino Boyd le lavaban la cara sin jabón.
Un hecho de esos que no se olvidan fue ver a Floyd Britton brindarle ayuda a Ramiro Vásquez Chambonett herido. Cerca de la desaparecida cantina Good Neighbor frente a la actual Policía Judicial lo subieron en un “alacrán” de la Policía Nacional para trasladarlo al hospital. Después serían enemigos políticos irreconciliables. Yo seguiría siendo amigo de Floyd hasta su muerte. Con Ramiro nunca confraternicé igual. Esos días de lucha nos tomaron el pulso. Palula, de quien les hablaba, al igual que el resto de nosotros íbamos y veníamos de la línea de fuego de la Avenida 4 de Julio ninguno con armas excepto Omar Peña y participábamos en escaramuzas que organizó, dirigió y realizó el Partido por aquel entonces cuando instalado su cuartel de operaciones en el Instituto Nacional recibíamos instrucciones de Pedro D’Tresno. Finalmente, la presión de las muchedumbres en todas las calles del país obligó al presidente Roberto Francisco Chiari a romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos, la nación más poderosa del mundo. Ningún país latinoamericano había hecho eso hasta entonces. (…) Sea.