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La Tercer Guerra Llegó Y Nos La Están Ocultando Los Medios


Por Gonzalo Delgado Quintero

 

Era de esperarse, y de hecho se veía venir un conflicto con Rusia, lo que nos llevó, sin pretensiones nostradámicas, a predecir en nuestro libro “Punto En Azul”, lanzado en 6 de junio de 2019, antes de la pandemia, este hecho que solo se nos adelantó unos años, según nuestros cálculos, anunciado para el 2025.

La salida de Estados Unidos de Afganistán y la quiebra de su economía en L desde septiembre de 2008, que aún se mantiene así, empujaron a adelantar los tiempos y generar el conflicto ruso-ucraniano que les avizoraba positivamente a ellos, dos posibles objetivos estratégicos. Uno les venía en vender armamento, equipos, municiones, inteligencia y toda la logística posible a Ucrania y el segundo, debilitar a Rusia en lo económico y militar, esto último, no les resultó. Sin embargo, para llegar a este punto en el que nos encontramos, es necesario tener pendiente una serie de antecedentes necesarios para entender la situación actual.

Iniciamos por señalar las coincidencias en ese actuar con desfachatez de las oligarquías de Hispanoamérica, que, al amparo de sus relaciones con el imperio norteamericano son una de las cusas principales de la asimetría entre el norte y el sur. En ello se distinguen dos razones principales. Una es porque históricamente las oligarquías han sido los grupos políticos y económicos dominantes. Esa casta son los criollos herederos y líderes inmediatos de la emancipación española y la otra razón es que, desde la segunda mitad del siglo XX a la fecha, con mayor incidencia, están bajo los dictámenes de la política exterior norteamericana.

Estados Unidos utiliza a las oligarquías como brazo ejecutor ideológico, siendo éstas apáticas a cualquier sentimiento de apego patriótico, son genuflexas y entreguistas. Bajo esos dictámenes imperiales, cumplen al pie de la letra todas las instrucciones que, desde allá, les mandatan. Vale decir, sin ir más atrás, que en la última mitad del siglo pasado (décadas 60,70 y 80) fueron la punta de lanza del apoyo brindado a todas las dictaduras militares esparcidas, respaldas y asesoradas por el país norteño en nuestra América.

Así como lo hicieron con el Consenso de Washington y el Plan Cóndor; las oligarquías también, cumplieron la agenda democratizadora de Ronald Regan. Con este personaje se produjo el momento de reemplazar las dictaduras en Hispanoamérica, lo que incluso llevó a que esos mismos grupos de oligarcas, bajo ese mandato imperial, conspiraran contra quienes habían sido hasta entonces, sus más estrechos aliados, los militares. Igualmente, se cumplía el otro objetivo estratégico de romper la cortina de hierro. Derrumbaron bajo la complicidad de Mijaíl Gorbachov y Manfred Gerlach, el Muro de Berlín y con ello, el inicio hasta su final, de la caída del bloque socialista de Europa del Este, ampliando su esfera de influencia con la imposición global del modelo neoliberal.

A partir de allí, incumpliendo compromisos y restricciones, engrosaron las filas de la Organización de los Tratados del Atlántico Norte (OTAN), expandiendo su área de influencia con el impulso dado por George W. Bush h., quien al mismo tiempo, aupaba con mayor intensidad, desde principios del 2,000, la desestabilización de Rusia, promoviendo e interviniendo directa e indirectamente en Guerras y empujando a sus aliados a respaldar en todo; esto, que es una conjura total,  y que hoy se ha intensificado después de su salida de Afganistán, de haber ayudado al derrocamiento del presidente de Ucrania Vícktor Yanukóvich, ayudar al incumplimiento de los Acuerdos de Minsk, que buscaba poner fin a la Guerra del Dombás, firmado por representantes de Ucrania, la Federación Rusa, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk el 5 de septiembre de 2014 y sobre todo, a la llegada de Volodimir Zelenski quien finalmente, ayudó a la provocación de la guerra contra los rusos, siguiendo las instrucciones y recibiendo el apoyo de Estados Unidos y la OTAN.

Pero es importante destacar que, durante todo este tiempo, Estados Unidos descuidó prolongadamente su “patio trasero” más de un cuarto de siglo. Estaba muy ocupado en el tema de Kuwait y seguidamente Irak, ayudando al Sha de Irán Mohamed Reza Pehlevi, destituido y desterrado hasta Panamá en 1979. La traída del Sha fue uno de los favores que le hizo Omar Torrijos a Jimmy Carter. Derrocado Reza Pahlevi, asume el poder el Ayatola Rehollad Jomeini y obviamente, declara su repudio contra EEUU. Vale decir, que posteriormente, sobre todo, a raíz del atentado contra las Torres Gemelas, el Pentágono y otras áreas como la CIA, se mantuvieron en diversos puntos de Medio Oriente.

Tan solo en Afganistán estuvieron 20 infructuosos años, en una guerra que perdieron contra los talibanes o al menos eso dejaron ver para la interpretación. Sin contar su participación directa e indirecta en los demás conflictos, todos provocados por ellos, con el único propósito hegemonista de controlar los recursos energéticos, en todos esos años, totalmente, en Medio Oriente.

En tanto, en nuestra América india, todo siguió su curso. Ante la no tanta vigilancia y control, fueron surgiendo los movimientos populares y reivindicativos por mayor justicia social, después de años de neoliberalismo. Este modelo que es del tipo financiero especulativo, suplantó a los regímenes político – económico – militares, incluso, llegando al control del poder político en muchos de los Estados al sur del continente e incluso en Centro América, tal y como sucede hasta momento.

Después de los regímenes dictatoriales, y a partir de los primeros años de la década de los 90, las oligarquías han tenido el control político y económico bajo el criterio de la ideología de libre mercado con proyección global.  En este interín privatizaron casi todo, imponiendo tratados comerciales (TLC) para ajustar el neoliberalismo. En Sur América, por ejemplo, se impuso este nuevo modelo y las empresas estatales pasaron a manos de las transnacionales. Incluso la seguridad social. No obstante, pasado más de dos décadas, entonces, este modelo ya resultaba poco sustentable como forma para atender las necesidades socio-económica de los pueblos suramericanos. En el resto de los países la situación era similar.

Sin embargo, es importante poner en perspectiva que en las últimas tres décadas y poco más, dos cosas ocurrieron en nuestra América. Uno fue el rápido desgaste y el resquebrajamiento del modelo impuesto. Lo otro fue, quizás para bien, el desarrollo equivocado de la política exterior de Estados Unidos proyectada principalmente hacia el Medio Oriente y descuidando su traspatio, obviamente que por el control de los recursos energéticos en este punto del planeta.

Estas dos circunstancias provocaron después de más de dos décadas que Estados Unidos viera perdido su liderazgo a nivel mundial. La globalización despertó al gigante asiático, China; pero a la vez, produjo la resistencia en otras latitudes que no asimilaron la idea ni la práctica neoliberal. Llegado el 2,000 ya habían quebrado varias punto com y los efectos de las nuevas leyes de mercado de los TLC con sus asimetrías económicas culminaron con sus resultados inmediatos.

Al efecto Tequila en México, el efecto Samba en Brasil, el efecto Menen en Argentina, el Caracazo sucedido en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, la crisis del Sur Este Asiático y otros, le siguió la quiebra de las hipotecas suprime que fue el principio de la quiebra más grande registrada en septiembre de 2008 de los principales bancos norteamericanos y europeos, que hoy en día, todavía no se recuperan, lo que provocó una caída en L que hasta el momento no se recupera y ha llevado a los estrategas del neoliberalismo a crear escenarios incluso de guerras para tratar de reflotar su economía con la venta de armento, municiones y maquinaria bélica, el control energético fósil, las energías emergentes, el agua y los minerales. Todo este desastre provocado por el neoliberalismo facilitó la asunción al poder de partidos, grupos y/o movimientos de izquierda que traían tras de sí, nuevas propuestas sociales, sobre todo, de la vuelta a la nacionalización de las empresas privatizadas.

Hay también dos elementos importantes en este nuevo escenario, que apenas si anuncia un inédito capítulo. Una es la impresionante baja influencia de EU en medio oriente que es casi nula. Días atrás, por ejemplo, los árabes bombardearon sitios norteamericanos en Irak, de los pocos puntos en los que más bien se encuentran arrinconados.

Para los efectos, el otro elemento que resulta directamente de mayor impacto en nuestros ámbitos, es que, ante la izquierdización de la América hispana, Estados Unidos ha venido arremetiendo en una especie de nueva escalada, acciones sancionadoras contra todos los países dirigidos por gobiernos progresistas y para ello, suman nuevamente, en esas tareas desestabilizadoras, a las oligarquías.

Hace unas semanas atrás, arremetieron contra la gobernante de Honduras Iris Xiomara Castro Sarmiento; ahorita están montándole un golpe blando a Gustavo Petro, presidente de Colombia; ya dividieron el movimiento Bolivariano, aflorando la rivalidad entre Evo Morales y Luis Alberto Arce Catacora, antes aliados. En Brasil tratan de resucitar a Jair Bolsonaro, pero Ignacio Lula Da Silva es un líder muy fuerte. A Nicaragua una vez más, la condenaron recientemente, en tanto, critican a Nayib Bukele por supuestamente violar derechos humanos. Bueno, Andrés Manuel López Obrador, también muy asediado por USA, se va, pero les deja a Claudia Sheinbaum que se instala el 1 de octubre de 2024. Y miren que no he mencionado ni a Cuba ni a Venezuela.

Es evidente que no se trata de democracia sino de la ideología de mercado. Y es que, quien no acepte las leyes neoliberales, aunque sea electo por votación popular, de alguna forma, será sancionado. Ese camino que ha trochado Estados Unidos, todo, ha llevado a lo que está sucediendo, hoy, en el planeta, que se debate entre más de 60 conflictos armados, en los que destacan los de Gaza y Ucrania, respaldados por la OTAN y EU.

La hipocresía más grande es que dicen estar preocupados por los derechos humanos de El Salvador y Venezuela en donde nadie está muriendo y no dicen nada de los más de 40 mil mujeres, niños, hombres y ancianos de palestinos muertos. Y lo peor es que, más que tratar de acabar con el conflicto ruso-ucraniano, lo están aupando y respaldando, ya abiertamente, con apoyo tecnológico, armas y asistencia militar que ofrece la OTAN y el propio Estados Unidos, lo que pone en ciernes una posible tercera guerra mundial, cuando hace poco más de una semana hubo una exposición nuclear en un punto estratégico de Rusia, visto en redes sociales, pero aun no aclarado a lo que se le agrega que en las últimas dos semanas se ha incrementado, incluso acciones de terrorismo de Estado con las capacidades tecnológicas que tienen y que están usando para hacerle explotar en mano de los libaneses, sus aparatos de comunicación busca personas tipo beepers.

No soy pesimista, pero no veo forma, en este momento, de que estas guerras vayan a terminar pronto. Los medios tradicionales no dan noticias y si no fuese porque existen las redes sociales, solo nos daríamos cuenta de tal acontecimiento, minutos antes de que nos vayan a caer las bombas encima. Existe una conspiración total, para no decir nada. En Panamá es obvio, los grupos del sionismo nacional e internacional judío son los principales dueños capitalistas de los canales de televisión, las emisoras y medios escritos.

A eso nos ha llevado el poder invisible mundial que ahora sabemos que son los mayores dueños de la Vanguard Group, la Black Rock, State Street, la Reserva Federal, los bancos matrices, etc.; además de ser los dueños de los principales medios de comunicación a los que han convertido en aparatos de propaganda, manteniéndose muy activos detrás de todos esos conflictos, con la propuesta guerrerista del todo o nada, no cediendo al nuevo orden mundial de la multipolaridad y para evitarlo, con el poder militar que tienen, además, le empujan su alineamiento estratégico a cada país satélite, bajo el control de las ya, mencionadas oligarquías y algunos gobiernos como el de Javier Milei en Argentina, el golpista gobierno títere de Perú con Dina Boluarte o el de Ecuador que dirige el ecuatoestadounidense, Daniel Noboa. Esa visión de Estado es la que pretenden. Eso es lo que está ocurriendo en nuestras latitudes, ni más ni menos se le hará frente.

El autor es periodista, analista y escritor

 

 

 

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