Por: Silvio Guerra Morales
Conceptúo que una de las mayores dificultades que enfrentan los ciudadanos, el pueblo panameño en general, para hacer realidad y al mismo tiempo hacer valer sus aspiraciones y soluciones de caras a los problemas que enfrentan dentro de la comunidad, es, tristemente, su ausente o casi nulo, nivel de organización.
Lo anterior se ve agravado por el carácter clientelista y prebendalista de nuestra frágil y débil democracia, que si bien se define como representativa, esa representación, no necesariamente hace lectura correcta ni se traduce en una relación directa, por parte de quienes ejercen autoridad adquirida en las elecciones o comicios generales, para con la comunidad y es, como pecado capital y censurable, extremadamente centralista.
Los funcionarios que ejercen el poder político suelen estar distantes de los problemas reales de la comunidad. Los perciben pero no los comprenden, los ven pero no los sufren. No existe, como cuestión lamentable, vinculo alguno que los compela a acudir al llamado que emerge de la organización de las comunidades.
Recién vivimos, cuestión de horas, exactamente el día miércoles 16 del presente mes, la experiencia de asistir a una reunión en el Distrito de Balboa, tras invitación cursada a mi persona por los moradores de algunas islas, estando este distrito integrado por los corregimientos de San Miguel, La Ensenada, La Esmeralda, La Guinea, Pedro González y Saboga, amén de los regimientos, entre ellos, de Casaya, Casayeta y Bolaños. Esa mañana se celebrada una consulta ciudadana impulsada por el Alcalde a fin de someter al escrutinio público para su aprobación una serie de proyectos para las comunidades. La presencia nuestra y de las otras autoridades defensoras y protectoras de los derechos humanos de los ciudadanos se justificaba, en la medida de que existen procesos de esta naturaleza que se surten en instancias nacionales e internacionales por claras violaciones a los derechos humanos de los residentes: entre ellos el derecho a la salud, a la educación, al agua, a viviendas dignas, etc., y, sustancialmente, porque no se toman las medidas necesarias para la titulación de sus tierras y enfrentan el grave conflicto de que, no obstante, las tierras son cedidas o concedidas para su explotación o vendidas (por precisar) a personas que nos son de las islas o son extranjeras o representan a consorcios corporativos de explotación turística y sin que ello redunde en beneficio alguno para los pobladores, amen del desempleo rampante que padecen y toda vez que los extranjeros en estas corporaciones son preferidos sobre los nacionales que viven en las islas, mismas que fueron habitadas y trabajadas por sus ancestros.
Todo ha pasado o sucedido de generación en generación, familias tras familias. La historia registra que los navíos españoles en la época de la Conquista, al traer a los esclavos de África, fueron destinados a esas islas y se dice que tanto el bravío Felipillo a como el indómito Bayano, ambos, fueron moradores de las mismas.
Reunidos en Isla Casaya, con moradores de éstos regimientos y autoridades políticas-administrativas del Distrito, entre ellos, el Alcalde de Balboa, el Representante de la Isla de San Miguel, y siendo que se encontraban presentes altas autoridades, entre ellas el Director de Asesoría legal de la Defensoría del Pueblo, Lcdo. Julio De Gracia y otros asesores de la institución, del Dr. Fernando Gómez Arbeláez por parte de la Cancillería panameña, altas autoridades de la descentralización, con un grupo de moradores y después de un intercambio de ideas, surgió en la mente de éste abogado que suscribe la idea de caminar hacia la organización de la comunidad de cara a un cabildo, de tal suerte que previo acuerdo con los moradores, se inviten a funcionarios que tienen la responsabilidad de llevar soluciones a los problemas que plantea la comunidad.
A propósito de lo anterior, consideramos redituable esa experiencia, de tal suerte, que a nivel nacional, se constituyan cabildos, organizaciones político/comunitaria, de tal manera que el poder político, los funcionarios conozcan de viva voz , la realidad que viven las comunidades. La experiencia de los cabildos, no es una novedad en el país. En el pasado, se dieron situaciones donde la comunidad organizada, ante la incapacidad de los consejos municipales en brindar respuestas concretas a los moradores, se hicieron del control de esta entidad.
Tal vez el concepto y criterio de los cabildos hoy, no tienen ese alcance, pero sí para dar curso a una especie de democracia directa y participativa, donde el principal protagonista habrá de ser el mismo pueblo congregado en cabildo, a lo largo y ancho del territorio nacional.
El Alcalde del Distrito de balboa se ha comprometido en fijar el día del mes y año, la hora para celebrar este Cabildo Abierto y tratar allí, básicamente, amen de las necesidades concretas de las comunidades de ese distrito, lo concerniente a a titulación de sus tierras. Públicamente he divulgado un audio/video en le que insto al ministro Chapman y al director de la Anati que se hagan presente y presento el desiderátum de que ojalá el Presidente Mulino pueda llegar. El pueblo lo aplaudirá.
Finalmente, agradezco la valiosa compañía en este peregrinaje en las islas, de los colegas Juan Ramón Sevillano y Juan José Cerezo, y sin duda alguna, la de mi hijo Cristian David Guerra Durán quien estuvo allí, al lado de su padre, dando testimonio de esta experiencia singular que marcará su perfil inmediato y como futuro abogado. Gracias a Ramiro Guerra, mi hermano, quien ha hecho sugerencias valiosas al presente artículo de opinión. Al dirigente comunitario, incansable luchador por los derechos de los lugareños de las islas, Armando Pinto. ¡Dios bendiga a la Patria!