El último día de Antonio Mejía, representante sindical del SUNTRACS

“Cuando Pedro salió a su ventana

No sabía, mi amor, no sabía

Que la luz de esa clara mañana

Era luz de su último día.

Y las causas lo fueron cercando

Cotidianas, invisibles.

Y el azar se le iba enredando

Poderoso, invencible”.

Silvio Rodríguez (Causas y Azares)

Antes de ayer, 18 de octubre, lo vieron por las redes sociales que difundieron el video. Corría después de abandonar el carro tiroteado por sicarios. Era su carro que, en los últimos días, le daba el “bote” para su casa a varios compañeros, luego de cumplir con su dura faena. Quién se iba a imaginar que era el último día de Antonio Mejía.

Se creía que estaba herido de una bala en el brazo. No era así. Era una bala que le entró por un costado, le perforó los pulmones y le atravesó el brazo. Corría desesperadamente aferrándose a la vida. Detrás de él sus compañeros intentaban socorrerlo. Ya era imposible, se desplomó y murió al llegar al hospital.

Antonio Mejía tenía 40 años de edad, hace 12 años fue, por primera vez, representante sindical del SUNTRACS. Un compañero humilde, sano, solidario, cumplidor, callado, con inquietudes sociales y disposición de lucha. Un obrero nato, fuerte, con experiencia, de los que hacen maravillas con sus manos, un valor que pierde Panamá.

Sus compañeros lo eligieron representante sindical en ese proyecto de Ojo de Agua donde perdió la vida, para que defendiera sus intereses y sus derechos. Así era reconocido por todos.

Fuera del proyecto participó en la recolección de firmas de la campaña de la candidatura de libre postulación de la profesora Maribel Gordón y en la inscripción del Frente Amplio por la Democracia (FAD), era adherente del partido.

Residía en la comunidad Naoz de Liberación 2, Torrijos Carter, San Miguelito, comunidad integrada al Movimiento Comunal Nacional Federico Britton (MOCONA), siendo un colaborador desde sus inicios.

Como dijo el Suntracs en un comunicado:

“Este trágico suceso es un reflejo alarmante de la violencia que continúa azotando nuestras comunidades, exponiendo a trabajadores y ciudadanos a un riesgo constante.

La inseguridad ha escalado a niveles inaceptables, y urge que las autoridades tomen medidas necesarias y efectivas para garantizar la protección de la población”.

No puede ser que alguien vaya a trabajar para ganarse el pan honradamente, o esté en una fonda o restaurante, o en algún centro con tus familiares, y quede expuesto a situaciones de esta naturaleza.

No hay Gobierno que le garantice la seguridad a sus ciudadanos, por más nombres rinbombantes que la Policía le ponga a sus operativos, las fanfarrias y los show mediáticos que realice. Están para sembrar el terror en las comunidades pobres, perseguir luchadores sociales y no al crimen organizado, incluidos los delincuentes de cuello blanco.

El día previo, Antonio Mejía participó con sus compañeros en la mega marcha en defensa de la Caja de Seguro Social.

En el incidente murió otro trabajador, hijo de un capitán jubilado de la DIIP, quien , al parecer, era el blanco del ataque. Un señor de 73 años que frecuentaba el proyecto, resultó herido.

Todo ocurrió a plena luz del día. El homicida abandonó raudo el lugar en el pequeño vehículo que lo transportó. Hizo 50 disparos, según los informes. Uno alcanzó a un tractor en plena actividad. Esperamos se haga justicia.

A Antonio Mejía le sobreviven su madre, padre, esposa e hijos, uno de 11 años y otro de 14 años.

Nuestras condolencias a sus familiares, compañeros y amigos.

Panamá, 20 de octubre de 2024.