El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por. Jaime Flores Cedeño
Profesor de Historia y Filosofía-Abogado.
El pronunciamiento del presidente electo de los USA Donald Trump, con respecto a Panamá, ha dado la vuelta al mundo y causado un impacto significativo en nuestro país por las consecuencias que podrían derivar de sus intenciones en retomar el control y dominio del Canal de Panamá, obra que él y su “establishment” consideran le pertenece a los Estados Unidos de América.
Las declaraciones de Trump, constituyen una manifestación del proceder imperialista que los USA ha llevado a cabo en Panamá y América Latina, el cual tiene sus raíces en la doctrina Monroe de 1823, que en el fondo implicaba el supremacismo de la raza blanca en el continente “Destino Manifiesto” y el objetivo de ejercer poderío en la región para beneficio de los grandes capitales económicos y militares estadounidenses.
La visión hegemónica e imperial de los USA, que los ha llevado a iniciar guerras, golpes de Estado, magnicidios, enclaves coloniales e invasiones, como la del 20 de diciembre de 1989 en Panamá, tiene ahora su expresión en la política unipolar que quieren establecer en el planeta y cuyo enemigo a la vista, ya no es la URSS, ni la Europa del Este, como en la Guerra Fría, sino la República Popular de China, que en las últimas décadas se ha posesionado como una potencia económica, industrial y tecnológica en el mundo, superando a los USA y otras naciones, que en el caso de la primera ha dado prioridad al comercio de armas que se nutre con los conflictos, ejemplificados en la actualidad en el Genocidio contra Palestina y la Guerra entre Rusia- Ucrania, donde este último país se ha prestado para ser un portaviones terrestre de la OTAN y los USA, con el fin de frenar el desarrollo de Rusia en Europa.
La política imperialista de los USA no ha cesado ni finalizará, porque no pueden sostenerse sin la usurpación de las riquezas de las naciones, recordemos, que ningún imperio sobresale sin invasiones, guerras, ni muertes, en el caso de Panamá, su geopolítica expansionista, tal como lo ha expresado Trump, pasa por apoderarse del Canal por su función geoestratégica en el comercio mundial y militar, tal vez, para aplicar restricciones a la industria naviera China y de países no sumisos, ignorando las pautas del Tratado de Neutralidad y de un Canal abierto al mundo.
Las amenazas de Trump hacia Panamá, tienen su fundamento en el supremacismo blanco arraigado antes y después de la Independencia de los USA en 1776, cuando postulaban (continúan haciéndolo) que América Latina era su traspatio o granero, y sus habitantes inferiores por el color de su raza y sus orígenes indígenas, por ello, aplicaban la exclusión y el racismo, como se experimentó en la antigua Zona del Canal con el Gold Roll y el Silver Roll, y en dar un trato de cuarta o quinta categoría a nuestros países. El dominio colonial impuesto en Panamá en el siglo XX, contó, indudablemente, con sus cómplices oligarcas, que se apresuraron en vil traición a ratificar a espaldas del pueblo el ignominioso Tratado Hay- Buneau Varilla, dando lugar a la entrega de gran parte del territorio nacional a los USA, donde erigió la Zona del Canal.
La lucha por la Liberación tuvo sus Héroes y Mártires, contó también, con Gestas que dieron lustre a la Nación, como la del 9 de enero de 1964, que abrió el camino a los Tratados Torrijos Carter de 1977.
Hemos escuchado expresiones de indignación por las palabras de Trump de sectores de la derecha criolla “gringuera”, que hoy salen a rasgarse las vestiduras y se pintan de patriotas, llegando a catalogar de injusto e intervencionista su pronunciamiento, lo cual es cierto, pero siempre han guardado silencio o, mejor dicho, avalan de manera permanente el intervencionismo de los USA en América Latina contra Cuba, bloqueado por más de 60 años y que ha elevado las banderas de la dignidad en el continente y otros países que luchan por su independencia y autodeterminación, siguiendo los pasos del Libertador Simón Bolívar. Este “patriotismo” en justa dimensión puede ser considerado falso, oportunista e individualista, porque se cuestiona a los USA en función de cómo podría afectarnos las declaraciones del presidente electo, pero se aplaude el intervencionismo político, económico y cultural, en países hermanos.
La ambivalencia de estos grupos, contrasta con la verticalidad del movimiento popular organizado que siempre ha denunciado la política hegemónica de los USA hacia Panamá y reivindica las Gestas patrióticas que libró el pueblo panameño por su Libertad y Soberanía en la antigua Zona del Canal.
Las palabras pronunciadas por Trump, no deben verse como un disparate conforme el pensar de algunos, por el contrario, debemos tener presente, que está hablando el futuro presidente de un país que más guerras ha participado en los últimos 100 años, que intervino en Panamá en 1925, con la Huelga Inquilinaria, que mantuvo una colonia racista en la Zona del Canal donde instaló bases militares para intervenir y derrocar gobiernos en la región (Comando Sur), asesinó panameños el 9 de enero de 1964, arrojó bombas atómicas en Japón en 1945 y ha enviado cientos de miles de soldados a todas partes del mundo con fines de conquista y usurpación.
Producto de la política de olvido histórico aplicada desde los círculos de poder oligárquico, especialmente, en colegios y universidades, distintos panameños, que no le daban el valor a las luchas libradas por el pueblo a lo largo del siglo XX materializadas en el rescate de la Soberanía en la Zona del Canal que costó muertos y persecuciones, retoman ahora el sendero patriótico que jamás debe desvanecer.
Es importante mantenerse en alerta y cimentar cada día el espíritu de defensa de la Patria en los panameños y panameñas, sobre todo, de las nuevas generaciones que reciben a diario desinformaciones de determinadas redes sociales, televisoras, radio, medios impresos y comentaristas
, quienes, con propósitos entreguistas y una voluntad genuflexa, buscan disminuir el sentimiento nacional e insertan ideas coloniales que tienen el fin de contener la lucha política, social y económica, como se dio con el rechazo del contrato minero en el 2023 y las jornadas que están por venir.
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