Por: Abdiel Rodríguez Reyes
Profesor de Filosofía de la Universidad de Panamá
No está de más insistir en la importancia de la formación política, con el contenido: los principios éticos, la reproducción y la afirmación de la vida. La formación en sentido estricto te transforma, pero no es por medio de la intermitencia, sino, la constancia de esta. También se requiere de la introspección de las gentes; allí surge la conciencia plena con principios éticos, la reproducción y afirmación de la vida. Esa es la meta concreta de la formación, procesar el contenido expuesto hasta tomar conciencia de su importancia para encarar las contradicciones de esta sociedad capitalista. Ya no en un estado de servidumbre, sino, activamente como un sujeto histórico asumiendo las riendas de su destino colectivo.
No se trata de una abstracción políticamente correcta de un sujeto ideal incorruptible, pero tampoco es cierto la naturaleza corrupta del ser humano, al final de cuentas como construcción social se puede transformar. Ese nuevo sujeto histórico con conciencia de los principios éticos, la reproducción y afirmación de la vida no es nuevo. El Che nos dio algunas pistas al respecto (1965). Lo habitual en esta sociedad capitalista, es cierto moralismo imperante y cuando de moral se trata, el relativismo impera, para unos está algo bien mientras que, para otros no.
Para la transformación política se requiere de una formación, pero con contenido, a saber: principios éticos, reproducción y afirmación de la vida. Lo cual grosso modo supone cierta abstracción, pero que, en el proceso se va materializando al calor de cada paso en este largo andar.
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