Por: Juan Jované
En la práctica existen dos enfoques opuestos e irreconciliables sobre los sistemas de pensiones. El primero es el que reconoce la seguridad social como un derecho humano, a la vez que insiste en que estos sistemas deben ser públicos, solidarios y con un importante componente de solidaridad.
Del otro lado de la calle está la visión impulsada por los grandes negocios financieros. En ésta la seguridad social no tiene que ver con la solidaridad, simplemente tiene que ver con la capacidad adquisitiva que cada persona pueda tener para adquirir un seguro prácticamente privado. Aquí no solo se elimina el concepto de solidaridad con redistribución del ingreso, sino que, además, se propone un modelo privatizado de manejo de los fondos de pensión, el cual resulta sumamente lucrativo para el capital financiero.
Esta última perspectiva es la que anima la propuesta concreta que los sectores empresariales han venido publicitado recientemente como un modelo de tres pilares.
El primer pilar, que simplemente cumple con objetivos propagandístico, se presenta con un componente solidario (beneficio definido). En la práctica, sin embargo, no es otra cosa que el ya existente programa de pensiones no contributivas de B/. 120 mensuales a los 65, el que es financiado por el gobierno central. Es interesante, para comprender la mentalidad de quienes se encuentran del otro lado de la calle, que en los distritos de Panamá y San miguelito el costo mensual de la canasta básica alimenticia es de B/. 312.19.
El segundo elemento de la propuesta del sector financiero está destinado a erradicar la solidaridad del sistema de pensiones contributivas, a la vez que se produce la privatización de los fondos de pensiones. En este caso se propone que todos los cotizantes inscritos en el sistema solidario (SEDB) de hasta 50 años si son hombres y de hasta 45 años si son mujeres, pasen obligatoriamente a un modelo de cuentas individuales puro. Así mismo, se liquida el limitado componente de beneficio definido que contiene el subsistema mixto, para también convertirlo en un modelo de cuentas individuales puro.
Este nuevo modelo de cuentas individuales implicaría un manejo privado de los fondos de pensión. Esto, para algunos voceros del capital financiero, se daría en un esquema parecido al del SIACAP, el cual es en principio un ente público, pero donde las funciones de registro, pago y de capitalización lo hacen empresas privadas. Para otros de dichos voceros el manejo lo harían directamente empresas privadas.
El tercer pilar sería uno voluntario, donde los asegurados podrían entregar recursos para agrandar su cuenta individual.
Lo importante es señalar la asimetría que tiene el tipo de propuesta de quienes están del otro lado de la calle. Se conoce que las pensiones que se obtienen en los sistemas de cuentas individuales son extraordinariamente exiguas. En México, por ejemplo, éstas son de apenas el 26.0% del salario promedio de los 10 últimos años de trabajo.
En cambio, el capital financiero, gracias a su poder oligopólico sobre el sistema, logra altos niveles de ganancias. Estas, para dar un ejemplo, llegan en un país de la región al 47.0% de del capital invertido.
Estamos frente a una propuesta interesada que solo beneficia al capital financiero. Los proponentes del modelo deberían recordar lo que se podría hacer por el modelo solidario de pensiones con solo eliminar la evasión impositiva que realiza el sector empresarial (B/. 6.7 mil millones anuales).
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