El cristianismo como desafío y el cambio.     

Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político.   

Jesús [/dropcap]de Nazaret, marcó e hizo la diferencia universal, sobre todo en occidente.

Las ideas y pensamientos que predicaba Jesús, aunque decía que su reinado no era de este mundo, en lo concreto, en la práctica, cuestionaba y desafiaba a todo el imperio romano y terminó minando ese reinado de opresión y servidumbre de pueblos. Jesús fue humanista al extremo al igual que humilde.

Estudios filosóficos señalan que, el imperativo kantiano, encuentra su referente en el pensamiento cristiano. No haga a los demás lo que no quiere que te hagan a ti.

Jesús no era adversario del rico, sino de aquel que su fortuna y riqueza, lo convierte en perverso, malvado y trata a los semejantes, con desprecio y como cosa.  Jesús predicó la solidaridad y el justo reparto de las riquezas.

No se trata de prejuiciar a Jesús, por sus connotaciones de lo trascendental y deidismo, sino hacer de Jesús, el hombre que, acompañado de un minúsculo grupo de seguidores, revolucionó toda su época y la postrimería.   Hizo de la fe en su padre Dios, su principal fuerza productiva, que inducía a un cambio epocal.   Jesús fue sinónimo de convicción y acción reflexiva; y con ello trascendió y minó el orden establecido. Fue perseguido al igual que sus seguidores. En sus inicios, las catacumbas y la clandestinidad, marcaron su territorio.

Hoy una suerte de filisteísmos, como caballo de Troya, desvirtúa el pensamiento cristiano y lo han  elevado a religión oficial del estado y el status quo. Lejos de su origen humanista y solidario.

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