Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político
No hay nuevas visiones paradigmáticas. Estamos y estaremos en la lógica de cambios para no cambiar nada.
Vivimos bajo el reinado o tiranía de discursos repetitivos, cantos de sirenas, lo mismo de siempre, con promesas sin ninguna intención de honrar y cumplir.
Realidad trágica, pensar que entraremos al próximo quinquenio escribiendo y hablando de lo mismo.
El país estancado en varios órdenes de su vida, sin embargo la agenda cursi electoral se impone y veremos a sus protagonistas, discursear de todo; nada de debate programático y los calificativos y la descalificaciones, serán el pan diario. El circo se viene instalando. Todo lo anterior, sectores de masas y pueblo, enredados en la pata de un enajenante clientelismo jalonado por prácticas prebendarias.
La falta de enfoques de desarrollo integral y sostenible, ha sido fatal y no augura nada novedoso (de calidad). Como suele decirse, venimos de un ambiente de comedia para terminar en lo trágico.
La suerte del país, está encadenado a una combinación de plutocracia que, como titiriteros, manejan el poder real. El concepto de la voluntad política para hacer algo diferente, secuestrado y los espacios para hacer algo distinto desde el poder, están muy reducidos.
Hemos llegado a un punto, donde posibilidad de un poder o fuerza de masa dual, está lejos de concretar. La estrategia en esa dirección, ha sido sustituida por acciones y visiones coyunturalista. En las luchas sociales, populares y democráticas, no se puede estar siempre en la defensiva. Si el adversario actúa, reaccionó. Eso no es bueno como táctica. Si ésta no está inmersa en un plan estratégico alternativo, poco lo que se puede avanzar. La segmentación y división por los lados de la dirección de masas, augura más derrota que victorias.
Estamos a tiempo, de corregir tareas y errores, está por verse.
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