Por: Dr. Franklin Clavel
Esa tarde, típica de enero, soleada, con cielo despejado y mucha brisa, en los pasillos de la Universidad de Panamá se notaba inquietud y una especie de nerviosismo entre nosotros los estudiantes porque llegaban rumores, no del todo confirmados, de la marcha de los estudiantes del glorioso Instituto Nacional hacia la escuela Secundaria de Balboa con el propósito de izar la bandera panameña al lado de la norteamericana y dar cumplimiento al Acuerdo al que habían llegado los presidentes Chiari y Kennedy el año anterior y que se haría efectivo a partir del 1 de enero de 1964.Las autoridades norteamericanas se negaban a cumplir dicho Acuerdo, por el contrario, instalaron dos grandes astas en el llamado Triángulo Shaler, muy cerca del edificio de la Asamblea Nacional, que estaba fuera del territorio de la Zona del Canal y nos izaron la bandera de las barras y las estrellas junto a la nuestra en lo que ellos consideraban territorio panameño. Los mencionados rumores a comienzos de esa tarde se convirtieron en noticias reales, confirmadas, lo que motivó que la dirigencia estudiantil de la Unión de Estudiantes Universitarios, UEU, que era un componente importante de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), convocara rápidamente una asamblea general extraordinaria en el Paraninfo de la Universidad, con una asistencia multitudinaria y en donde participaron algunos de los dirigentes del Instituto Nacional que habían estado en Balboa para informar los detalles de los sucesos ocurridos durante la mañana y el mediodía. La decisión unánime fue salir en marcha inmediatamente desde la universidad hacia la Avenida 4 de Julio, recorrerla toda hasta la entrada frente al Chorrillo y llegar a Balboa para izar la bandera en el edificio de la Administración.
Mientras salía la marcha, el compañero Simón Leipzig y yo nos dirigimos en su vehículo hacia el edificio de la Rectoría, en la colina, para solicitar al secretario general de la Universidad, Dr. Diógenes “Pollo» Arosemena que nos prestara la bandera que se izaba diariamente en la Rectoría. Era una bandera de gran tamaño. El Dr. Arosemena accedió con mucho gusto y nos la entregó diciendo “cuidenla y defiéndela”.
Antes de salir de los predios universitarios pasamos por varios salones que iban a iniciar clases del turno vespertino con muy pocos alumnos y les informamos lo que estaba ocurriendo, entre ellos una clase a la que yo tenía que asistir de Economía Agrícola con el Profesor Gustavo Tejada Mora, quien desistió de dictarla por la situación que se estaba gestando y por los pocos estudiantes que acababan de llegar. Salimos para alcanzar la marcha y la encontramos por la Avenida Central, a la altura de Calidonia en las inmediaciones de la Casa Miller. Allí se incorporó la bandera al grupo de estudiantes que encabezaba la marcha. Una vez en la 4 de Julio, tratamos de marchar ordenadamente, pero empezaron las respuestas de la policía zoneíta y de civiles armados.
Al mismo tiempo fue impresionante la reacción espontánea del pueblo panameño que se volcó a las calles por las inmediaciones de la 4 de Julio y por los lados de la Asamblea Nacional. Sobre todo, cuando informaron de la primera víctima, el primer mártir de la Patria, Ascanio Arosemena. Un poco antes de este hecho había sido herido de bala en una pierna el compañero Ramiro Vásquez Chambonet. A medida que pasaban los minutos se iban conociendo las bajas entre muertos y heridos, no obstante, la marcha la continuamos hasta la entrada frente al Chorrillo en donde cayeron varios compañeros por la fuerte resistencia de la policía y civiles armados que nos bloquearon el acceso. Avanzada la noche, mejor dicho, pasada la medianoche, cesamos nuestro accionar y nos fuimos para nuestras respectivas casas, exhaustos, con la ropa ensangrentada por ayudar a cargar a los heridos y meterlos en las ambulancias, que por cierto eran bastantes. La lucha continuó el 10 y el 11 de enero en los mismos escenarios, y allí quedó lavada en sangre de los estudiantes y la juventud panameña, la dignidad nacional.
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