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Por qué la gente está cabreada.|


Por: Gonzalo Delgado Quintero

Cabreada, en sentido coloquial, es estar la persona molesta. Esta palabra también tiene que ver con el arreo de cabras. Sin embargo, aunque hay algunas cabras y chupacabras, chupando, pastando y rumiando en los extendidos potreros y pastizales del Estado panameño, que involucra lo privado, lo social y al gobierno, no me refiero a esa parte vacuna. Más bien estoy analizando esa otra parte en la que pareciese que todo el mundo está disgustado. Sobre este aspecto surgen muchas hipótesis que trataremos de sustentar solo en el ámbito de la situación panameña.

Estar cabreado visto como el disgusto en la persona, siempre será un sentimiento negativo independientemente de qué, cómo, porqué, cuándo o quién lo haya provocado. Ese cabreo puede ser debido a una desilusión que se nos desvanece de algo importante o de alguien que había creado en nosotros una imagen esperanzadora y que de repente nos desengaña y nos produce ese choque de contrariedad. En lo político pasa mucho ese disgusto. También surge cuando recibimos una mala noticia y muchas otras cosas.

Sobre la gente cabreada, con quien primero hablé fue con el Licdo. Eric Quintero, amigo y compañero de labores en la Caja de Seguro Social quien me sugirió escribir sobre este tema, interesante al momento, pero cuando subí la animosidad del corazón al cerebro, me di cuenta de que la cuestión no resultaba tan sencilla, pero a lo hecho pecho, el pueblo tiene derecho a precisar por qué, está como está, cabreado.

Dándole seguimiento al asunto, después me entrevisté con el psicólogo, Dr. Arturo Andrés Delgado, una persona muy estudiosa y con diversos títulos de post-grado, de maestría, un doctorado y preparación continua, en seminarios, como quien dice, más graduado que un termómetro y éste especialista me explicó sobre la memoria a corto y largo plazo de las personas. Finalmente, consulté a San Google y allí les mando lo que puede ser apenas una base para profundizar un poco a partir del conocimiento especializado que nos puede aproximar a un razonamiento de por qué la gente supuestamente pueda estar cabreada.

Dicen los especialistas que la memoria de corto plazo tiene que ver con el sistema cognitivo cuya función es procesar cualquier estímulo en un momento breve de tiempo. Le hice referencia a la situación de las personas con respecto a la pandemia y en efecto, me dijo que ese podía ser el mejor ejemplo de la conducta que refleja ese disgusto social, siendo que a estas alturas casi a un año de declarada la emergencia nacional por el coronavirus, existe una acumulación de toxicidad no precisada en las personas.

Ello va creando resistencia contra todo. Y en el caso de la Pandemia, este especialista nos comenta que aunque la memoria de corto plazo está muy activada en el día a día, en cuanto a la situación de esta crisis sanitaria provocada por el Covid 19; también, la memoria de largo plazo retendrá debido al profundo impacto del choque, este suceso, su tiempo y su espacio vivencial. Es de entender que, el 2020 y 2021, jamás serán olvidados debido a esta situación crítica.

Por su parte me decía, “que la memoria a largo plazo es la parte cognitiva encargada de procesar información y almacenarla de forma prolongada en el tiempo”. Es de larga duración, un mes, un año, una década y/o toda la vida. Ambas memorias son importantes para el ser humano, debido a que están implicadas en el proceso del aprendizaje. “En la memoria de corto plazo los estímulos recibidos pueden ser descartados en caso de no ser relevantes. Pero si son muy persistentes pueden pasar a la memoria de largo plazo”.

Le pregunté que si encajaba en ese resentimiento social del panameño otros aspectos, no tan reciente, como puede ser lo que sucedió en 1989 con la invasión a Panamá por el ejército de Estados Unidos y en efecto, me sustentó que se habían realizado estudios a personas que ahora rodean entre los 35 y 40 años, que permitían observar niveles traumáticos acumulados en las personas. Estos estudios han sido enviados a distintos destinatarios incluyendo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Informe No. 121/18 – caso 10.573). En la memoria a largo plazo tiene un papel esencial la memoria de corto plazo, ya que esta última actúa como la puerta de entrada de los datos que pasarán a ser permanentes.

Con respecto al impacto que pudo provocar la Invasión norteamericana a nuestro país, sin lugar a dudas el panameño, almacenó suficientes estímulos sensoriales a partir de las imágenes, sonidos, movimientos, e incluso los olores de la sangre y la pólvora. Eso está allí, presente en muchas personas, sobre todo, en los niños, quienes inocentes, siendo ahora personas adultas en su plenitud, sin siquiera saberlo, actúan movidos por estos recuerdos sembrados en la base de su propio subconsciente, muchas veces de manera violenta.

Quizás eso explica un poco, que un simple “parking”, en X barrio de la ciudad, que están prohibidos en función de la pandemia, haya sido defendido a punta de balazos contra la policía en estas últimas fiestas de fin de año. Y es que en la memoria de largo plazo también se encuentra toda la información esencial sobre la conducta del ser humano. “Si lo que se sembró en un principio fue violencia y miedo, esa será la tarjeta de presentación de la personalidad del individuo”. Sus visiones particulares, en si está en sintonía con la estructura preexistente sobre valores fundamentales como la verdad, la justicia, la libertad, el respeto por sí mismo y por los demás, o por el contrario solo están guardados en esta área cognitiva, los antivalores contrarios a estos principios fundamentales que son la base de la convivencia pacífica.

Me dice el especialista, Dr. Delgado, que la memoria explícita o declarativa, almacena la información objetiva que resulta esencial para comprender el funcionamiento del mundo y del aspecto subjetivo que nos sirve para asociar los recuerdos. Por tanto, es de entender que a pesar de la manipulación que ejercen los supra poderes ideológicos del sistema dominante (medios de comunicación, estructura normativa, aparato represivo, iglesias, gobierno) lenta, pero de manera progresiva, los individuos y la propia sociedad vayan identificando lo que en realidad está pasando y por tanto y cuando menos, reclamen los espacios que sienten que se han ganado. Lo otro es que en una situación realmente crítica, que regularmente es debido a la intransigencia de este supra poder, la situación lleva a desembocar en una revolución social.

Después de lo expuesto en las líneas anteriores, que describe la situación acumulada en la memoria de corto y largo plazo de los panameños, de estar sufriendo durante más tres décadas todo lo que ha provocado la invasión, de que entre otras cosas impuso un sistema neoliberal propenso a promover las inequidades económicas y sociales, además de los traumas psicológicos y la promoción de antivalores a través de los medios de comunicación, de la proclividad a la promoción homosexual a través de la ideología de género, de lo que ha ocurrido con cada uno de los gobiernos post invasión que prometieron pero no cumplieron mínimamente y sobre todo, que los gobiernos pasan pero el hambre queda, con preocupación llego a la conclusión de que podríamos estar al borde de una convulsión social sin precedentes.

La mayor debilidad de los últimos gobiernos ha sido su poca capacidad de articular una comunicación efectiva, y siento que en este momento, a pesar de los esfuerzos, también en este sentido de la divulgación, se está fallando.

Sin ver problemas en otras latitudes, como es el hecho de lo que en este momento sucede en el Capitolio en Estados Unidos, en nuestras coordenadas nacionales el pueblo vive un día a día de incertidumbres, el gobierno trata de hacer el esfuerzo, la oposición oportunistamente aprovecha la atajadera de pollos que hay en algunas instituciones y solo critica, las redes sociales son totalmente negativas y nada proponen, los medios solo se dedican al chantaje, grupos del poder económico de mayor influencia están montados en su agenda política 2024 o antes, los gremios empresariales dicen que no están dispuestos a cumplir y desafían al gobierno porque la economía de sus bolsillos es primero y el pueblo no importa. Todo esto se ha venido acumulando, no se está haciendo patria y pareciese que la están subastando; mientras todo eso ocurre y se incrementa, la gente está cabreada.

El autor es escritor y periodista

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