Lucas Villa
Por: José Dídimo Escobar
Eso parece ser lo que hoy está ocurriendo en nuestro vecindario. El gobierno colombiano de Duque, apoyado por Uribe, ha sorprendió a la sociedad colombiana con un proyecto de reforma tributaria en donde además de diezmado por la pandemia y una seria deficiencia en el manejo de la misma, se le pretendía echar el peso del costo del déficit fiscal del Gobierno a la población de a pie de nuestros vecinos.
Para imponer tales medidas se echó mano de la fuerza pública y en su ejercicio, para limitar el derecho a la manifestación pública, llegaron a reprimir brutalmente a la población, especialmente a los jóvenes que, durante casi dos meses seguidos, han salido a las calles, con un saldo de varias decenas de muertos y centenares de heridos.
Las fuerzas de seguridad policiales, han tenido un desempeño simplemente atroz y el pueblo es tomado como si fueran fuerzas insurgentes al margen de la Ley, llegando a disparar y matar con sus armas de guerra al pueblo por órdenes superiores.
Ya lo decía, hace 200 años atrás, nuestro libertador Simón Bolívar: “Maldito el soldado que levante sus armas contra el pueblo”.
Ojalá, entre los colombianos puedan encontrar el camino de la sensatez y se silencien las armas para que el diálogo racional produzca la paz, que es el ambiente necesario para enfrentar la pandemia y las grandes transformaciones que allá como acá, se precisan para garantizar una sociedad de oportunidades para todos y no sólo para unos cuantos.
Es parte de nuestro interés de seguridad nacional, que en nuestro vecindario exista un clima de concordia, porque la violencia podría ser más letal que la propia pandemia, porque cuando la tensión tiene un fundamento de profunda injusticia, una vez que se prenda el conflicto, no dejará, sino tierra quemada.
De esa dramática realidad de nuestros vecinos, los panameños debemos extraer las lecciones necesarias para no tener que asistir a este triste escenario actual.
¡Así de sencilla es la cosa!
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