(Los panameños continúan luchando en contra de las nuevas formas de dominación neocolonial e imperial)
Por: Jaime Flores Cedeño
La situación inició cuando el estadounidense Jack Olivier, en evidente estado de embriaguez, según narraron testigos de la época, se negó a pagar cinco centavos por un pedazo de sandía que le había comprado al señor Luna. Este incidente generó en trifulca entre istmeños y compatriotas de Oliver, que resultó en 16 muertos y 15 heridos por la parte estadounidense, del lado panameño el saldo fue de 2 muertos y 13 heridos.
Este no fue un hecho aislado o precipitado consistente en una simple defensa a un vendedor de sandías, sino el punto desbordante de una estela de agresiones que venían sufriendo los istmeños desde el último lustro, particularmente, a raíz del paso masivo de estadounidenses a través del Istmo, con destino a California, sitio en donde se habían descubierto minas de oro en 1848.
Este hallazgo impulsó que promotores estadounidenses iniciaran los trabajos de construcción de una vía férrea que uniera al Istmo desde el Atlántico al Pacífico. Las obras arrancaron en 1850 y finalizaron en 1855. Durante estos años el tránsito por el Istmo de ciudadanos provenientes del lado norte de los USA fue constante, muchos llegaban desafiando a las autoridades, se negaban pagar las lanchas en el Chagres, provocaban riñas con los nativos y llevaban armas en la cintura, similar a las películas de vaqueros que veíamos en el cine. Era una situación desconcertante y creaba un estado de malestar que iba en evolución.
Este trato despótico proferido en contra de los istmeños era propio de una Nación, donde estaba en pleno desarrollo la doctrina Monroe de 1823 y el ‘Destino Manifiesto’ proclamado por John L. O’Sullivan. Ambas tenían un contenido racista y de supremacía blanca que hacía ver a los Latinoamericanos como gente de raza inferior que debían ser colonizados.
Diez años antes del incidente la Nueva Granada y los USA firmaron el Tratado Mallarino- Bidlack (1846), que en sus cláusulas se disponía el libre tránsito de estadounidenses por el Istmo y se le eximían del pago de impuestos y aduanas. Este era un Tratado intervencionista, donde los USA le garantizaban el dominio del Istmo a Nueva Granada. Es importante mencionar, que los istmeños habían protagonizado movimientos emancipadores en los años treinta, entre estos, el Estado del Istmo de Tomás Herrera en 1840, que debían ser frenados sin importar las consecuencias.
Culminado el incidente, los Estados Unidos, como Nación expansionista, solicitó a la Nueva Granada reparaciones económicas y la expropiación de tierras insulares del lado pacífico. Después de arduas negociaciones se firmó el Tratado Herrán- Cass en 1857, en sus artículos los USA se impone en las reclamaciones y logra una cuantiosa suma en materia de indemnización.
El Dr. Justo Arosemena, “Padre de la Nacionalidad panameña”, expresó su malestar ante lo ocurrido manifestando: ‘Por eso, en fin, después de tantas provocaciones y de tantos abusos los yankees han apelado al suceso desgraciado del 15 de abril, como un pretexto seguro para exigencias y reclamaciones absurdas, para prodigar calumniosas imputaciones a la población y a las autoridades de Panamá, ya para hacer amenazar nuestra soberanía, insultar so pretexto de tomar medidas de seguridad y preparar expediciones de filibusteros que han estado a punto de lanzarse también sobre Panamá’.
Luego del incidente de “La Tajada de Sandía”, los choques entre panameños y estadounidenses no cesaron, pero en menor escala, y la Nueva Granada continuó invocando el artículo 35 del Mallarino Bidlack, en cada ocasión que peligrar su hegemonía en el Istmo, producto de protestas y manifestaciones públicas.
Lo acaecido en 1856, evidenció el espíritu de nacionalidad de los istmeños, quienes se unieron para enfrentar una agresión de la cual fue víctima un compatriota. Los USA, por medio de este suceso entendieron la valentía y el patriotismo de los nacionales, consistente en no estar sujeto a ningún tipo de dominación colonial. Lo expresado se palpó en el discurrir del siglo XX, con la lucha en contra del enclave estadounidense en la Zona del Canal, que tuvo su máxima expresión el 9 de enero de 1964.
A 166, años del Incidente de la Tajada de Sandía, en Panamá, los sectores populares organizados continúan enfrentando las diferentes formas de dominación colonial y neocolonial, que se impone para sustraer nuestros recursos naturales y minerales, procurando hacer del país un centro de suministro de materias primas para el desarrollo de las potencias hegemónicas e imperiales.
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