En Panamá había segregación y la sigue habiendo.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Sin embargo, el ferrocarril transportaba a personas sin distingo desde Colón a Panamá y Viceversa.
Se transportaba a miles de personas cada año que encontraban en el ferrocarril la forma segura y agradable de viajar al poder contemplar una escena exótica, única y hermosa.
Cuando Panamá firma el contrato de concesión con la empresa Kansas City Southern Railway y Panamá Holdings, LLC que fue publicado en febrero de 1998, por el término de 25 años, uno de los aspectos que la concesionaria aplicó en contra del dueño de esos bienes, es decir, el pueblo panameño, fue eliminar el transporte popular y solo trajo algunos vagones de lujo y el modo de impedir el viaje de los sectores populares fue poner un precio inalcanzable para la ruta de casi 77 kilómetros que en Europa, no costaría más de dos Euros, es decir, cerca de tres balboas, pero en Panamá el precio fue puesto en 35 balboas que equivale a la travesía en AVE (tren de alta velocidad) desde Madrid hasta Zaragoza, cuya distancia es superior a los 400 kilómetros.
El mensaje fue claro, no les interesaba cargar a nadie, solo manejar carga y pasajeros VIP (Very Important Persons). Ante tal hecho, a los distintos gobiernos que han ocurrido, no les ha preocupado reivindicar el derecho histórico de viajar en el tren del pueblo panameño.
El Ferrocarril ha canalizado más de 2,000 millones de dólares a la empresa concesionaria y al país, solo le han quedado migajas, por lo que es improcedente cualquier forma de que esa empresa pretenda continuar con el negocio, además de que el país tiene el derecho de construir otras vías férreas que transporte carga y pasajeros en la misma dirección y que comunique la Zona Libre de Colón, Los puertos del atlántico y del pacífico y la Región Panamá Pacífico para promover el resurgimiento de nuestra economía.
Esa vergonzosa segregación a que nos han sometido al verdadero dueño de esos bienes, es decir, solo pueden montar el tren quien tenga altos ingresos, es una afrenta al pueblo que muy pronto resolveremos cuando se culmine la concesión el próximo año y pase a manos panameñas, el ferrocarril.
¡Así de sencilla es la cosa!
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