«La Insurrección de Colón»
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Juan Navas Pájaro, Héroe Nacional y Mártir de la Patria
Hoy se cumplen 58 años de una infamia. En la ciudad de Colón fue encontrado en el corredor, en su entrada, tirado, el cuerpo de un joven patriota y revolucionario que enfrentando las hordas imperiales el 10 de enero de 1964, cuando el ejército más poderoso del mundo decidió avasallar a nuestro pueblo, porque se rehusaban a que entrara en vigencia un convenio que permitía que ondeara en todo nuestro territorio, nuestra enseña patria, se enlistó en las filas de los patriotas que resistieron y el cual llevó la carga de ser uno de los heridos más graves de aquella jornada heroica. Su nombre era Juan Antonio Navas Pájaro.
Señales de tortura y saña infinita contra ese joven colonense, que hacía dos días acababa de llegar del exterior, donde lo operaron para sacarle una bala que ese aciago 10 de enero del 64, producto de un disparo de un oficial norteamericano, se le alojó en su cerebro y su condición fue crítica. Pero afortunadamente le extrajeron el plomo y recuperó en gran medida sus afectadas acciones psicomotoras.
La alegría de la familia era grande por su recuperación, pero la oligarquía panameña tenía otros planes. Miembros de la Secreta, y del Departamento Nacional de Investigaciones ejecutaron sin demora el homicidio, y dentro del plan para despistar y perseguir a los revolucionarios del istmo, le echaron la culpa al distinguido luchador social, Profesor Rolando Sterling y al dirigente obrero Felix Dixon, quienes purgaron años en la cárcel y toda clase de vejaciones, y al Secretario General de la Federación de Estudiantes de Panamá, su hermano Luis Navas P. le imputaron la responsabilidad por los hechos acaecidos el 6 de junio de 1966, en la Insurrección popular de Colón, pagando cárcel por muchos meses. Gracias a la movilización del movimiento popular panameño, logran excarcelarlo.
Los planes fraguados por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y sus peones locales, con el objetivo de procurar destrozar al movimiento popular que había acumulado suficiente fuerza con los hechos de enero del 64, la huelga magisterial del 65 y eran una seria amenaza para poder imponer los tratados Johnson-Robles que se estaban “negociando” y que terminaron de formalizarse en el año 1967, un año después del asesinato.
Esos tratados de 1967, que Torrijos señaló que no servían ni siquiera, como plataforma elemental para el inicio de las conversaciones para los tratados de 1977 Torrijos-Carter, porque permitían el control del Canal y la presencia militar norteamericana hasta el año 2067, es decir, la eternidad disfrazada. Eso hace que Torrijos exprese esa frase lapidaria que dice: “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”
El movimiento popular panameño y particularmente el Colonense, habían acumulado fuerzas, y los mecanismos de seguridad al servicio de la oligarquía lo sabían. Así se urde el plan del asesinato de este héroe nacional y la canallada de imputar la acción funesta a estos tres distinguidos patriotas y héroes nacionales, todos inocentes. Así actuaba la oligarquía, entregada al imperio del norte, con total desprecio a los más elementales derechos humanos y en desprecio absoluto al interés nacional. Todos estos planes consumados estaban dirigidos a intimidar a los patriotas para que no reclamaran lo que los mártires de enero habían gritado voz en cuello. “Un solo territorio, una sola bandera”.
Hoy a 58 años de esa jornada del movimiento popular panameño, y del colonense en especial, debemos reconocer que la oligarquía ha vuelto a re articularse y ahora precisamente se estrena una nueva forma de dominación político financiera que desvirtúa la institucionalidad nacional, el libre ejercicio de nuestra soberanía y jurisdicción, dado que es la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos de Norteamérica, la que determina funciones y atribuciones vitales que le corresponden de manera exclusiva y privativamente a nuestras autoridades y nos lacera el hecho de que el embajadora norteamericana, se presenta como un procónsul que dicta sentencias y decretos por edicto público, en abierta contravención con las normas internacionales que regulan las relaciones respetuosas entre los Estados Soberanos y sus representantes.
Da dolor y angustia, la falta de liderazgo nacional para hacer respetar nuestra condición de país libre.
He aquí el desafío que se nos presenta a los patriotas y torrijistas en esta hora en donde debemos unirnos para salvar el honor y el decoro de la patria, pues esa sangre generosa que fue derramada con crueldad hace 58 años, abonó el camino de la dignidad y la decencia que hoy reclaman su urgente reivindicación.