Por. Jaime Flores Cedeño
Joseph McCarthy, republicano inspirador de la cacería de brujas
Culminada la segunda Guerra Mundial en 1945, se vivió a escala internacional un conflicto de marcadas dimensiones entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, que se llamó Guerra Fría. Consistía en reprimir a los seguidores de la ideología comunista en todo el planeta y adversarios del hegemonismo estadounidense.
A esta política se le denominó también macartismo, haciendo alusión al senador republicano Joseph McCarthy (1947- 1957), quien organizó y dirigió un comité de corte fascista, que perseguía a políticos, cantantes, artistas, militares, estudiantes, obreros y ciudadanos, que pudieran tener algún vínculo con el partido comunista o ideas afines. A este proceso se le denominó “cacería de brujas”, por su semejanza con la inquisición europea siglos atrás.
Hollywood, sufrió de forma contundente la purga de actores como Charles Chaplin y John Garfield, no escaparon, también, a esta cacería directores de la categoría de Dalton Trumbo. Esto era la cúspide de lo que sucedía en América Latina, donde las redadas, torturas y desapariciones forzadas, en contra de dirigentes antagónicos a la política imperial de los Estados Unidos no tenía término.
Cabe recordar, que en esta época causó conmoción la condena de Julius y Ethel Rosenberg, acusados de espionaje y puestos en la silla eléctrica en 1953, en juicios influidos por la presión que ejercían los medios de comunicación y los poderes instituidos.
Panamá, no fue la excepción, el macartismo tenía su mira enfocada en líderes estudiantiles y populares, que enfrentaban la política colonial estadounidense, ejemplo fue la Gesta de 1947, que se opuso al Convenio Filós- Hines, sobre la permanencia de bases militares de los Estados Unidos.
A inicios de los cincuenta el gobierno de turno presidido por José Antonio Remón Cantera, quien por años fue el primer Comandante de la Policía Nacional y uno de los responsables directos de las represiones de la década anterior, sancionó la Ley No. 43 de 23 de diciembre de 1953, “Por la cual se declaran ilícitas y violatorias de la Constitución Nacional en la República, las actividades totalitarias, tales como el comunismo”.
Con esta norma arreció la persecución hacia organizaciones patrióticas, como: La Federación de Estudiantes de Panamá, el Frente Patriótico de la Juventud y Sindicatos Obreros. Uno de los colectivos que, por su beligerancia y liderazgo en la lucha por la liberación nacional tuvo que enfrentar la violencia del Estado fue el Partido del Pueblo, cuyos miembros recibieron órdenes de arresto y destituciones del servicio público.
Destaca el caso del poeta y escritor Carlos Francisco Changmarín, llevado a prisión injustamente. Su situación la describió el escritor Mario Augusto Rodríguez, en 1954, al expresar que: “ha cometido el horrendo delito de estar afiliado al Partido del Pueblo, organización política calificada de comunista y contra la cual se desarrolla una vigorosa persecución policiaca inspirada por las autoridades militares yanquis, que tiemblan de miedo con cualquier bulto o sombra” (1). Entre algunos de los destituidos estaban los docentes: César de León y Luisa Eneida Romero, esposa de Changmarín.
La Ley 43, y otras similares, que se promulgaron en el continente por regímenes dictatoriales buscaba silenciar a sus contrarios políticos. Carlos Calzadilla, en su obra: “Historia Sincera de la República, siglo XX”, manifestó que en este período: “se ejecutó un bipartidismo con el fin de eliminar los grupos políticos adversos a su gobierno. La Asamblea Nacional en 1953 aprobó la ley que reglamentaba la existencia de los partidos políticos que no habían alcanzado los 45, 000 adherentes. Los partidos que lo apoyaron aceptaron la decisión y se unieron en un solo partido, con el nombre de Coalición Patriótica Nacional, y quedó como partido de oposición el Liberal Nacional”.
Con el magnicidio de Remón Cantera, en 1955, y el sucesivo gobierno de Ernesto de la Guardia, no cesó el terrorismo de estado hacia grupos de izquierda y estudiantes, que rechazaban la política oligárquica y entreguista de las élites en el poder. En mayo de 1958, se sintió con mayor fuerza la hostilidad, cuando resultó abatido el estudiante artesano José Manuel Araúz, y una veintena de protestantes, que exigían mejores condiciones para los planteles educativos.
A 70 años de la promulgación de la Ley 43 de 1953, no debemos olvidar este oscuro pasaje de nuestra historia, donde se transgredieron derechos democráticos de libertad e igualdad, reemplazados por prácticas totalitarias que vulneraban derechos fundamentales.
- Changmarín Romero, Abril. “Changmarín, vida, creación y esperanzas”, Editora Novo Art. S.A. pag. 131.