A dos meses del golpe de estado contra Pedro Castillo.

La oligarquía peruana y sus fuerzas instrumentales: los culpables del drama y los asesinatos y persecución de la gente humilde en Perú.

Por: José Dídimo Escobar Samaniego.

Casi sesenta días han transcurrido desde que la oligarquía peruana, a través de todos sus medios económicos, políticos y el control de casi todos los medios de ese país, el guiño y respaldo de EE.UU. y los desprestigiados organismos moribundos, como la OEA, finalmente decidieron desconocer la voluntad popular de los peruanos y echar abajo a Pedro Castillo, por ser una persona humilde, cholo, un maestro cuyo pecado principal es ser decente.

Desarrollaron un odio furibundo a Pedro en los medios por ser pobre y de ascendencia auténticamente peruana, y dieron rienda suelta a su maquinación, pensando que todo sería un asunto de mero trámite. No contaron conque ese pueblo humilde y laborioso se enfrentaría a esos sectores poderosos y hasta hoy, lejos de disminuir, la resistencia aumenta con el discurrir del tiempo, porque el pueblo ha decidido que no le arrebatarán sus derechos democráticos.

La oligarquía de ese país está jugando con candela y no ha querido reconocer las demandas del pueblo que exige el restablecimiento de la democracia, elecciones nuevas para renovar el Congreso, una nueva constitución política, la libertad de Pedro Castillo, el enjuiciamiento a la impostora presidenta asesina, el restablecimiento en el Poder al presidente electo por el pueblo y que el estado asuma la responsabilidad por todas las muertes causadas por la pretensión de esa oligarquía de asaltar el poder a través de medios ilegítimos como los que ha utilizados, incluyendo el usos de la fuerza letal por el ejército que es el responsable directo de tantos  heridos, muertos y el abuso y conculcación de los derechos humanos del pueblo peruano.

El cálculo político de la oligarquía peruana ha fracasado estrepitosamente y sobre todo ha quedado desnuda ante el pueblo de su divorcio absoluto con el interés nacional y el destino promisorio de los herederos de imperio Inca.

Ojalá aquí en Panamá la clase política aprenda la lección y no siga jugando irresponsablemente con la oportunidad que se abre de un proceso electoral que debe ser la ocasión para dejar a un lado la corrupción que nos ha llevado a la laguna estigia en la que actualmente navegamos con no buenos pronósticos.

¡Así de sencilla es la cosa!

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