Editorial
Mi Señor padre decía que: “A grandes males, grandes remedios” y justo allí tenemos enfrente ese dilema que debe ser atendido como la tarea fundamental de todos los panameños que amamos esta tierra que nos regaló Dios.El país entero en todo lo largo y ancho se ha movilizado desesperado por la escalada del alto costo de la canasta básica, los combustibles y el poco o nada que se ha hecho para enfrentar a la grosera corrupción que ha destruido la institucionalidad de la república y nos mantiene en el estado de postración en el que estamos.
Ojalá el presidente de la república regrese pronto y restablecido en su salud, pueda buscar reales mecanismos de entendimiento con la población, porque el equipo que lo ha sustituido por estos días, no tiene el talante ni la talla, para poder convocar siquiera al país que está en las calles reclamando un cambio de rumbo y evitar así la zozobra.
Los panameños tenemos que entender que no es con curitas como vamos a resolver nuestros graves problemas. Tal como lo decía Albert Einstein, “No pretendas buscar nuevos resultados si sigues haciendo lo mismo”.
Una nueva estructura jurídico constitucional debe resolver las reformas que el Estado requiere para resolver sus perennes problemas entre los que está la justicia tributaria, la desigualdad impresentable y hacer una redistribución y una verdadera descentralización del poder público, que existan verdaderos pesos y contrapesos y la justicia tenga una auténtica independencia para que no sigamos con la caricatura que actualmente tenemos.
Por lo menos, recuerdo un antecedente, cuando hace algunos años el Ministro de Economía y Finanzas Frank de Lima, mediante una Resolución incidió sobre el precio de los combustibles y el Estado no colapsó. Además, lo que recibe anualmente el Estado en razón de ese impuesto solo son 275 millones y no miles de millones como esquivamente al problema, se argumenta de quienes están a cargo y no tienen el vuelo para pensar más allá de las fronteras de lo convencional.
Que Dios nos ayude a que encontremos el camino y se puedan dar los grandes cambios con los menores costos sociales posibles, para generar justicia que, es la que nos produce la paz y el sosiego que requiere nuestra sociedad panameña.
¡Así de sencilla es la cosa!
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