Por: Gonzalo Delgado Quintero
Como dice Juan Carlos Tapia Rosas, “nos están montando en el carrito”. A la Caja de Seguro Social la han llevado a una encerrona. A un diálogo de un yo con yo. A mesas de tareas que discuten sobre asuntos pueriles, mientras que los verdaderos interesados del negocio, cuya estrategia es depauperar la institución para luego negociarla, comprarla o venderla, no aparecen en el escenario, y sin embargo, son los que están tras bambalinas, dirigiendo a los actores presenciales que siguen un guión sobre el tabloncillo de este teatro montado en los recintos del Parlamento Latinoamericano y Caribeño.
Los dueños del teatro han puesto en escena la obra titulada: La seguridad social en decadencia. Para los efectos el guionista ya traía un libreto. Y como si de una película del Oeste se tratara, mataron a todos los indios por ser los malos, los salvajes, los ignorantes.
En esta película, que más bien es una saga al buen estilo de Harry Potter, cuyo primer capítulo escénico fue abierto desde 2002, luego el segundo en el 2005 y el último telón abierto en esta función actual; no obstante, en esta oportunidad en vez de matar a los aborígenes, este guionista liquidó fue a los trabajadores, a la verdadera representación de la clase obrera y de inmediato disfrazó a un elenco de actores con ropaje obreril, seudo trabajadores con un lenguaje altisonante, pero dispuestos al entreguismo y a la claudicación a favor de los intereses del mercado financiero especulativo en nombre de los trabajadores. Allí quedan algunos buenos, pero ahorita parecen fugitivos sobre los que penden recompensas. Un ejemplo es el caso de un viaje a México.
Al final, no se sabe con certeza qué tipo de obra o de película es. Esta parece una especie de cinta fílmica que combina el porno con el terror. El tema del miedo en este largometraje es sistemático, va creciendo poco a poco y al final, el pueblo espectador dentro del teatro resulta ser, la parte principal de los sacrificados que mueren asustados observando su desgracia sin poder hacer nada para salvarse de la tragedia en este escenario a puertas cerradas.
La parte concupiscente (porno), más bien lo decimos, nada más, en referencia al nombre de la película Garganta Profunda de Gerard Damiano. Lo de Garganta Profunda por la capacidad insaciable de tragar sin atragantarse. Esos sectores invisibles detrás del Diálogo ya se han engullido casi todo el país y ahora vienen por la seguridad social.
Este es un escenario que cubre al país y más allá; participan en él, de manera activa, una serie de actores adentro y afuera que juegan su papel en el diálogo por la CSS, a través de los gremios de trabajadores y de empresarios, de los monopolios que controlan los insumos, equipos y medicamentos, de adentro de la propia institución, en los medios, el Estado, los poderosos grupos y dueños de las aseguradoras, el propio pueblo que lo llevan arrastrado con un narigón, las transnacionales, las agencias internacionales de crédito, en fin, el propio sistema financiero predominante que se traga todo y que en nuestro país todavía les queda por zamparse, cual dragón de Komodo, a la Caja de Seguro Social.
El autor es periodista, analista y escritor
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