Dr. José R. Acevedo C.
Cuando estás en mis brazos.Soy el único Dios universal.
Los otros son, tan solo regazos
De una lejana gloria, yerma y residual.
Mi alma se siente mortal, cuando me besas.
Y en esa intimidad.
Dejamos desnuda, toda vergüenza.
Ya no hay mentiras, se impone la verdad.
Cuando tus pechos descansan en mi boca.
Ya reseca de tanto esperar.
Y cuando tu vientre me toca.
Las palabras, son ecos que solo ambos podemos escuchar.
Mis manos profanas
En tu espalda perfecta, se purifican al tocarte.
Por un momento, allí son sanadas.
Y peco de nuevo, con tus labios al besarte.
Cuando estoy a tu lado
El tiempo y la muerte son una ilusión.
Y tu nombre sagrado, llevo tatuado.
Como símbolo de cordura y razón.