El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M.
Abogado, escritor y cientista político
El presidente electo de Panamá, el abogado José Raúl Mulino, dió a conocer en su primer día de gobierno la firma de un acuerdo con los Estados Unidos, consistente en el cierre de la frontera en la provincia del Darién, por fuerzas militares estadounidenses. En efecto esa frontera amaneció cerrada por una muralla de alambres de serpentina, de ingrata recordación cuando durante la invasión en varios lugares del territorio nacional fueron colocadas este tipo de alambrado para impedir la movilización ciudadana.
Fuimos tratados como extranjeros en nuestro propio territorio.
Tropas del Ejército Norteamericano humillando la bandera panameña en diciembre de 1989. Ahora vendrán nuevamente tropas del mismo ejército a mancillar la dignidad nacional.
Compartimos con el presidente, en el sentido de que la inmigración ha sido objeto de grupos delincuenciales que sacan provecho del tráfico humano. Inclusive grupos que están articulados a la narco mafia en la región.
Esto tiene que ser combatido, pero hay que saber diferenciar las causas que motivan esas inmigraciones masivas y la actividad propiamente criminal, los pueblos no emigran y huyen de sus países sin razón alguna.
Las realidades objetivas de éstas emigraciones la provocan los gobiernos de origen y las élite de poder económico que tienen a vasto sectores de esas poblaciones viviendo entre los límites entre la vida y muerte.
No estoy convencido que la respuesta a este problema está en la militarización de la frontera por parte de un estado extranjero.
He investigado sobre el tema con relación a éste tipo de soluciones en diversos lugares del planeta y el resultado que salta a vista ha sido un aparatoso fracaso; violaciones flagrantes a los derechos humanos de los inmigrantes y todo tipos de abusos.
Otro punto relacionado con esa temática que me preocupa es; el por qué tiene que ser un ejército extranjero?, cuando nuestra fuerza pública nacional cuenta con un pie de fuerza como el Senafront, con alto nivel de calificación profesional para controlar esa inmigración masiva, aunque reitero que el problema tiene que manejarse con un enfoque multilateral de los gobiernos en la región que son los que en primera línea tienen que controlar esa situación.
Vamos más lejos, el gobierno de Panamá, debe buscar la mediación de la ONU. En consecuencia, el tema tiene que ser elevado a ese nivel.
Como lo señalo, delegar esa misión del cierre de la frontera del Darién, al ejército de los Estados Unidos, nos deja mal parado como estado nacional y soberano.
No comparto la ola de chauvinismo y xenofobia con que se ha manejado el problema, con el cálculo que los panameños estén convencidos de la justeza de esa presencia militar en el territorio nacional.
De esta manera dejo plasmado para la historia mi posición frente al acuerdo suscrito entre el gobierno de Panamá y los Estados Unidos.
Dios bendiga a nuestra patria.
3 de junio de 2024
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