Por: Gonzalo Delgado Quintero
La actual situación electoral colombiana, marcada por la posibilidad de que un ex – guerrillero pueda ganar la campaña, no es extraño. Este singular espacio de tiempo que vivimos, hoy, es la centuplicada suma, como en cualquier país de América Latina y más allá, de décadas de atropello, incluso siglos. Como resultado, los pueblos determinan e imponen cambios y transformaciones. Eso que conocemos como revoluciones, no es otra cosa. En el caso de Colombia y otros países de la amerindia, por la vía electoral.Sin ir muy lejos en el mundo, en la América, incluyendo Latinoamérica y por tanto nuestro país, la izquierda jamás en la historia, ha mantenido una hegemonía que signifique gobernar los diversos Estados que la componen. Siempre ha sido la derecha. La del poder económico y político. Ese grupo que controla los partidos tradicionales, movimientos sociales, gremios empresariales, sindicatos amarillos, los ejércitos, la policía y demás estamentos de seguridad, la estructura institucional y todo ese supra poder.
Por tanto, la condición de inequidad, desigualdad, analfabetismo, falta de educación y salubridad, falta de tierra, el hambre, la desnutrición, pandemias, convulsiones sociales y subdesarrollo, en fin toda la pobreza en sus diversas manifestaciones, inequívocamente, ha sido, siempre, culpa de la derecha y de todos los resultados que históricamente han dejado por sus gobiernos. Por tanto, si la izquierda no ha gobernado, entonces, muy en fondo del recipiente de las culpas, debe aparecer la derecha y Colombia no es la excepción.
Los trabajadores jamás han sido gobierno, los sindicatos nunca han tenido el poder del Estado, los campesinos tampoco, los profesionales no han pasado de ser trabajadores o funcionarios asalariados, los obreros no han podido siquiera mantenerse organizados y totalmente sindicalizados; en Panamá, los de la construcción; pero en términos generales, los sectores sociales y populares nunca han sido el poder real y concreto sobre los que se pueda decir que han manejado el Estado. Siempre ha gobernado la derecha, los sectores empresariales y del poder económico.
Toda esa acumulación que suma décadas y siglos. Toda esa pobreza provocada a lo largo de esos años de sufrimiento por la derecha. Si se ha de hurgar en lo profundo de ese recipiente de culpas, han sido los capitalistas, los del poder económico y político hegemónico, aunque no lo quieran reconocer. Por qué entonces, extrañarse de que los pueblos estén eligiendo en estos tiempos a gobiernos compuestos por personas progresistas y de la izquierda, como es el caso de Gustavo Petro.
¿¡Impensable?!. Y allí está Honduras, porque para qué hablar de Nicaragua. Algunos no lo reconocen pero vean a El Salvador, no se le declara un gobierno izquierdista, pero indudablemente que su presidente es progresista o nacionalista, al menos, no como lo fueron los anteriores en ese país.
Mire lo que está sucediendo en Sur América. En Perú, Bolivia, Argentina, Venezuela y ahora Chile. Los cambios que van a ocurrir en Brasil con todos los disparates que está cometiendo el gobierno federal de ultra derecha y qué decir de Colombia con el pésimo desempeño del actual presidente que todavía mantiene un altísimo descontento social que en todos estos meses ha dejado miles de personas heridas, vejadas e incluso muertas bajo el terror del paramilitarismo. Tanto en Colombia como en Brasil el pueblo va a imponer gobiernos de la línea de izquierda, eso se ve venir.
En México hay un gobierno declarado de izquierda. Cuba va a cumplir 63 años de revolución el próximo primero de enero y finalmente, en nuestro país, el gobierno actual subió respaldado por el Partido Revolucionario Democrático (PRD) de centro izquierda. Que no se hayan podido articular los programas y promesas de campaña preestablecidos, que nos cayera la pandemia, que nos hayamos enredado en subsanar deudas pendientes del anterior gobierno o que incluso se haya cambiado después el azimut, es otro tema.
El principio es que fueron los sectores progresistas, inspirados en lo que en algún momento fue el ideario de Omar, muy bien utilizado en la campaña, que permitió que la propuesta supuestamente torrijista obtuviera el poder que actualmente se mantendrá hasta el 2024 en gobierno. De allí en adelante no sé. Pero este es, o al menos debió ser, según las calibraciones ideológicas, un gobierno socialdemócrata y por tanto, de centro izquierda, progresista y bajo el criterio de Estado benefactor, una esperanza que aún abrigamos, porque de lo contrario ¡caput!.
En el caso Colombiano, esperemos 10 días.
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