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Álvaro Méndez Fábrega le responde a Gabriel Sosa.|


Por: Álvaro Menéndez Franco

«Recomiendo, con todo respeto, al exembajador, Sr. Sosa, autor del artículo en cuestión, que, para futuros escritos, los documente, para dar así fuerza y validez a los planteamientos, o, si no, aclarar que es solo un escrito y no historia ceñida a los hechos sobre la gesta del 28 de Noviembre de 1821».

 

Con mucha atención y no menos sorpresa, leí y releí el artículo titulado “La gran traición sin traidor” (https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/211021/gran-traicion-traidor) que publicara este prestigioso rotativo el pasado 21 octubre de este año, en el que se presentaba un enfoque muy distinto a lo que la historia documenta sobre la independencia del Istmo de Panamá de España. Antes de criticar, debo felicitar al Sr. Gabriel Sosa por escribir el artículo arriba citado y agradecerle el hecho de que, al menos en mí, despertó serias dudas que me incentivaron a estudiar más sobre el tema.

Mucho me sorprendió que de las ideas expresadas, ninguna está referenciada a documentos históricos que así las sustenten, lo que me lleva a concluir que más que un relato histórico, se trata de una “curiosa idea”, que mal leída corremos con el peligro de tergiversar la historia que conocemos: ese gran movimiento, netamente criollo, que, con mucha gloria y poca pólvora, logró la independencia del istmo de Panamá de España.

Por lo anterior y tratando de aclarar algo de la historia, para el bien de los lectores, paso a analizar algunos puntos del escrito en mención, a saber;

Se afirma que el plan y el acta de independencia “fue elaborado y ejecutado por Simón Bolívar”, sin embargo, allí mismo anota “aunque la historia no lo señala”. Entonces, la pregunta sería: ¿Quién lo señala? ¿El autor? Sería muy interesante conocer con referencia a qué documentos históricos fundamenta tan serio planteamiento.

Es de todos sabido, y así la historia lo cuenta y lo documenta, que Bolívar recomendaba y deseaba la separación del istmo de Panamá de la Corona española; que, incluso, para ello programó algunas incursiones, unas fallidas (McGregor, Illingworth) y otras retrasadas o abortadas por prioridades en otras batallas que demandaban el apoyo de su ejército. Pero con seguridad para el 10 y el 28 noviembre de 1821, nada tuvo que ver Bolívar, es más, él fue el más sorprendido.

Al Acta de Independencia de 1821, se le critica el papel membrete, porque aparecen “Escudos e Insignias del Estado Republicano de la Colombia de Bolívar“.

Lo anterior es cierto. En el Acta que conocemos, o al menos la que está disponible en los documentos históricos que con seguridad es a la que se refiere el artículo, presenta tres escudos adosados. El más grande, que está al centro, es el escudo de Colombia de 1863 (¿Sorprendidos por la fecha?).

Aquí es necesario aclarar que el acta que conocemos, no es original (la original se perdió), se trata de un facsímil elaborado por el hábil pendolista don Luis R. Alfaro (padre de Ricardo J. Alfaro), en el año de 1890, casi siete décadas después de la independencia. Lo más extraordinario de ese trabajo fue la recreación casi exacta de todas las firmas, inspirándose en documentos conservados en los archivos públicos. Acicala su trabajo, creando el membrete: Al centro el escudo de la Colombia de la época (1890), a la izquierda el escudo de Panamá de 1821 (modificado, porque le remueve la corona, como para simbolizar que ya era libre y no colonia española) y a la derecha el escudo de la Colombia de 1821.

También incluye la alocución de Bolívar que data de febrero de 1822, posterior a la independencia. El Sr. Alfaro, responsablemente firma su trabajo y le pone fecha (ver esquina inferior izquierda del acta). Ref.: “La copia facsimilar del acta de independencia de 1821”. Ernesto J. Castillero R.

No lo sé, pero no me extrañaría que el acta original estuviese en papel blanco sin membrete, como el acta de La Villa de Los Santos.

Se crítica fuertemente el segundo artículo del acta, que reza: “El territorio de las provincias del Istmo pertenece al Estado Republicano de Colombia…”. Leído así solo, se podría entender las objeciones que menciona en el artículo: “¿Cómo así que pertenece? ¿Dónde queda aquí la unión voluntaria?”.

Sin embargo, si se considera el que lo precede (primer artículo) que indica que el Istmo “se declara libre e independiente” tiene sentido que luego de ser libre, decide (artículo segundo) pertenecer al Estado Republicano de Colombia. Esto se decidió por mayoría en el cabildo del día 28 de noviembre de 1821, entre otras opciones que fueron consideradas, tales como Perú y México.

Al referirse al Grito del 10 de Noviembre en La Villa de Los Santos, se desmerita (algo difícil de entender) todo lo logrado por el cabildo, así como el arrojo y valentía del criollo don Segundo de Villarreal y de gran parte de los pobladores de La Villa, al tomar ese día el control de las fuerzas del partido (pueblo) y declarar su independencia de la Corona española. Tampoco se reconocen los trabajos que desde Natá venía realizando incansablemente don Francisco Gómez de Miró, desde mucho antes del diez y posteriormente, cuando, desde la ciudad de Panamá, llegan los enviados por el coronel José de Fábrega, con la tarea de convencer a los alzados a que depusieran las ideas separatistas. Gómez de Miro en elocuente discurso logra sofocar las intenciones que traían de Panamá y le da más vida y brío, consolidando así el gran movimiento santeño.

Cuando se menciona: “durante esa época era imposible vincular a los pueblos con las decisiones políticas, y mucho menos estaban motivados para participar en contra del reino de España, a quienes apreciábamos”, da la impresión de que se desconoce totalmente la influencia de la Constitución de Cádiz (La Pepa) y sobre todo del periódico “La Miscelánea del Istmo” como nervio motor y bujía que transmitió y difundió en todo el istmo las ideas liberales en procura de justicia y libertad. Igualmente, es difícil que se apreciase a la Corona, por las penurias que se vivían con los abusos y atropellos del ejército sobre toda la población del istmo y con mucho más crudeza en la península de Azuero.

Por todo lo anterior, recomiendo, con todo respeto, al exembajador, Sr. Sosa, autor del artículo en cuestión, que, para futuros escritos, los documente, para dar así fuerza y validez a los planteamientos, o, si no, aclarar que es solo un escrito y no historia ceñida a los hechos sobre la gesta del 28 de Noviembre de 1821.

Ciudadano

 

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