El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Amor Ciego
Por: Rafael Ruiloba Coparroso
La amé desde siempre
y para siempre.
Su aullido creció en mi
como crece el musgo
curtido de la tierra;
mi amor prosperó
como prospera
el contagio
de la imaginación.
La amé desde siempre
y para siempre
porque sus uñas
de arpada punta
rechinan en mi cordura.
La amé porque el sonido
de mis cascabeles
hacen coro a las calaveras
que tamborilean
colgadas de su falda.
Cuarteada de almizcle
y sangre,la amé
desde siempre
y para siempre
porque su pálpito
habita en la rivera
opuesta de mis sueños.
Por eso escucho
sus gemidos
cuando busca al ahogado
en las orillas de los ríos,
Y para que mi ansiedad
no se convierta en miedo,
entierro sus huellas
en el barro de las leyendas.
La amé desde siempre
y para siempre
porque la robusta raíz
de su misterio
crece en los estuarios
donde cazan
mis antepasados
o porque su destello
viaja como grito
alargado por la muerte
desde la primera noche
del mundo
o porque los largos
pedúnculos
de su vulva
cuelgan de la luna
y su luz atraviesa
mi corazón
con su aullido vertical.
Por eso corrí
a su encuentro
para en cuclillas,
confesarle
mi enceguecido amor
desesperado y total.
Los murmullos de su lengua
me miraron por el ojal
de su eco al revés
y su álgida palabra
me lamió y relamió
la sal de la vida
con sus pensamientos
saltones.
Al huir dejó tras de sí
una resina de cobre muerto.
Solo pude oírla
cuando el repeluzno
de su aullido se salió
de madre matando
con su rayo
a los peces en el río.
