Por: Ramiro Guerra M.
Abogado, escritor y cientista político.
Las tiranías son malditas. Asesinan a mansalva. Nuestra historia registra casos de asesinatos que solo son entendibles a partir de mentes enfermas, que gozan y se deleitan con el olor a muerte.Dos casos en nuestra historia dan cuenta de esos crímenes. Veamos:
El del paisano Rodolfo Aguilar Delgado. Fue arrestado y su delito fue, defender a la clase obrera de las bananeras en Puerto Armuelles. Exhortarlos a organizarse para la defensa de sus intereses.
Testimonios certeros, narran la forma brutal en que fue torturado. Le arrojaban agua caliente a su anatomía, con un rastrillo, les desgarraban su piel, le introdujeron por el orificio del pene, hilo de alambre, descargas eléctricas y dosis de palo interminables.
Detrás del cuartel de policía de Armuelles, existía una escuela primaria. Los niños, desde la altura de un árbol, observaron tal crueldad contra Rodolfo, toda clase de torturas aprendidas en las escuelas de la CIA.
Otro caso: Floyd Britton. La narración que en vida nos hiciera Álvaro Menéndez Franco, sobre la tortura a la que fueron sometidos, en la isla de Coiba, es espeluznante. Palo a montón, caminar descalzo sobre una plancha caliente y muchas otras locuras.
Ambos fallecieron asesinados. Son mártires del pueblo, de la clase trabajadora y el movimiento popular.
Esos asesinos parecen herederos de los romanos, que sacrificaron a Cristo, mártir de la humanidad. Le pusieron una corona de espina en su cabeza, fue objeto de implacables latigazos. Su cuerpo fue abatido por los golpes. Así son las tiranías.
Igual ocurrió con mi compañero de clases de derecho, el Dr. Hugo Spadafora. Le cortaron la cabeza. Noriega negó su autoría y analista le facturan ese asesinato a la CIA. Igual con el general Omar Torrijos. La CIA, algún día se sabrá la verdad y veremos a la luz pública los reales autores de esas muertes.
Desde hace tiempo, he señalado, que tanto Floyd Britton como Rodolfo Aguilar Delgado y Juan Navas Pájaro, deberían recibir un reconocimiento post morten, a nivel del estado. Seguramente la oligarquía se opondría y es entendible, ellos, los que aman el sonido de sus cajas registradoras, fueron los autores intelectuales de esos crímenes atroces contra tribunos del pueblo.
La democracia no puede ser sinónimo de actos de mentes psicóticas y esquizofrénicas.
Mi Panamá nunca deberá surcar esos caminos tenebrosos de la maldad en el ejercicio del poder. El fascismo nunca debe llegar a nuestra playas. Eso es abominable y la peor perversión de la conducta humana.
Los tribunos populares no mueren, viven dentro de nuestra conciencia.
Dios bendiga nuestra patria.
11 de julio de 2024
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