Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Los animales como la hiena y las aves carroñeras, tienen una especial predilección por lo putrefacto. Les encanta ese “perfume” y no les molestan las moscas, ni los gusanos que viven y se reproducen en el medio de lo descompuesto.
Hay un viejo adagio que dice “Dime con quien andas y te diré quién eres”.
Cuando se pierde la sintonía con el pueblo, y se nos trata de decir que, si andamos revueltos con los campeones de la corrupción en Panamá, eso no es, sino una pequeña travesura táctica-política, y no aprendemos a andar solos, antes que mal acompañados, entonces surge la conveniente justificación para ver como bueno, lo que usualmente fue malo y para siempre lo será.
Cuando lo decente se conculca y se proscribe, lo indecente se abre paso, y ello ocurre como consecuencia de una profunda confusión, en donde, a lo agrio tenemos por dulce y lo dulce por agrio, a la luz tenemos por tinieblas y a las tinieblas por luz. De todo nuestro andar, hay un juez que nos mira con absoluta imparcialidad, pero su sentencia es inescrutable y Él dará a cada quien, la justa recompensa.
Es posible que algunos se engañen y vivan en medio de una burbuja, cuyo propósito es justificar un tipo de corrupción que se presume como legal, pero corrupción es corrupción, aunque la ejerzan con apariencia de legalidad. El hecho que falte integridad y voluntad a las autoridades que deben castigarla, no significa que no existe. Lo que ocurre es que ese cáncer se diseminó en todo el tejido social y administrativo en la etapa final, llamada metástasis y fue provocado por quienes envilecieron todo, para que, perdidos los términos de lo correcto, todos nos animáramos, con lo no pulcro.
Cuando en la política ocurre la anosmia, que es la carencia absoluta del sentido del olfato, allí se pierde la capacidad para distinguir entre la morriña o carroña y lo que puede ser saludable. En esa circunstancia ocurre lo que ahora, que nos quieren juntar con las hienas y los gallotes, y peor aún, que nos lo quieren hacer ver, como un acto genial, porque así lo piensan sus funestos progenitores y defensores.
Se equivocan los que creen que el pueblo es tonto y que en ultima instancia se le puede meter inermemente borriguero por iguana.
¡Por un país decente y una patria para todos!
¡Así de sencilla es la cosa!
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