Atrapados entre el pensamiento fatalista que pasa por crítico o el optimismo que jalona la historia.
Por Ramiro Guerra. Morales. Jurista y cientista político.
Uno opina o el otro opina y no necesariamente tiene que haber coincidencia. En ese contexto, justo reconocer, los esfuerzos que hace el ing. José Blandón y el periodista Fernando Correa, quien a diario, nos informan lo que ocurre en la geopolítica y la realidad nacional; los nexos dialécticos y como eso se pudiera traducir positivamente para nuestro país. No necesariamente compartimos algunos enfoques; sin embargo, el programa destaca por ese optimismo de que, cierto tenemos problemas, pero también el potencial para dar saltos de calidad, valga la redundancia para darle una mejor calidad de vida a los panameños. Por que los señalamientos? Me parece inapropiado, observar como en el medio, los argumentos pesimista y fatalista están siempre servidos en la mesa; algunos llegan hasta al absurdo, de repetir aquella frase de un colombiano del siglo XlX, que dijo, el que quiera conocer a Panamá, que vaya, porque se acaba. Rechazo ese tipo de aseveraciones de un negativismo extremo.Sirva el marco, para señalar que sí observo, que el gobierno se equivoca en el cómo se vienen políticamente temas que impactan en la vida de los panameños. Me gustó la intervención del ministro Valderrama en relación al tema agropecuario. Fue tan lejos, como señalar que la raíz del ocaso del sector, está o estuvo ligado a un modelo de economía excluyente, concentrador e importador. Lo más importante, que los problemas del sector primario se resuelven, teniendo a nuestros productores y campesinos, como el real agente de cambio. Un enfoque válido y necesario, para el manejo de la relación gobernantes – gobernados. Volviendo, al título de este artículo, no podemos seguir con esos partes noticiosos, de que estamos mal en esto y en lo otro; debemos pasar al terreno de lo propositivo, pero para que funcione, los gobernantes tienen que abrirse a ese empoderamiento ciudadano. Tiene que haber algo de perestroika, de cultura de transparencia y construcción de la decisión, de un ida y vuelta. El yo mando y punto, lleva a países y sociedades a crisis.
Excluir a los gobernados de la toma de decisiones en la gestión pública, es un error fatal en que se ocurre en la administración pública. En conclusión, crítico sí, pero siempre apostar al optimismo. Como escribía Gramsci, es una fuerza productiva que mueve el cambio.
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