Editorial
Por alguna razón, el acto en Penonomé donde el vice presidente anuncia su candidatura a presidir la nómina por el PRD, a la presidencia del país, nos recordó lo de «buen salto Rubén» cuando se jubiló y aspiró a la presidencia de la república.En nuestra opinión el señor Carrizo, pudo haber esperado luchar por una candidatura para 2029. Los que le convencieron de ser un ungido para gobernar, no tienen la menor idea que esa posible candidatura para el periodo 2024 2029, no tiene la menor posibilidad. Llega en un momento donde el gobierno adolece de legitimidad social y después de más de tres años y medio de ejercicio, al margen del mal manejo de la pandemia, acumula un pobre desempeño ante el hecho de haber comprometido una abultada deuda pública externa, que peligrosamente expone al país en sus partes pudendas.
Es una posible candidatura que se monta sobre realidades virtuales. Lecturas equivocadas o no claras de la realidad nacional.
No es nada personal, pero, además de lo anterior, poco lo ayudan algunos personajes que estaban con él, ganando cámara, entre ellos el expresidente que el pueblo le endosa la privatización de las empresas estatales y algunos de sus ministros.
El vice Carrizo, desde nuestra óptica, es más de lo mismo. No vemos en el firmamento político, al PRD teniendo como candidato al vice presidente, una opción real de cambio en la dirección de reenfocar la Democracia extraviada, y el Estado, casi moribundo que hoy nos acompaña.
Pero bueno es su derecho aspirar, pero ojo con lo de buen salto Rubén. Ojo con los que le dan palmaditas en la espalda y lo incitan y hasta lo avientan, pero cuando vean que el barco se hunde, lo dejaran solo. En ese grupo no hay gente de fiar y el pueblo lo sabe.
El PRD, tiene que plantear una opción de poder fiable, creíble, en el sentido que, de ganar, marcará un punto de inflexión hacia una nueva república, porque por el camino que hemos trillado no se construye el nuevo país decente, justo y próspero que la mayoría aspiramos.
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